🍄Día 13🍄

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Un demonio es difícil de encontrar pues estos a veces solo se dejan ver cuando han osado dañar algo que protege.

O bueno, también los dragones, aún así no importaba porque no tiene tiempo para pensar sobre esto mientras Manjiro está a punto de cometer un crimen de odio.

Claro que todos deberían saber que meterse con Takemichi era malo, lastimarlo o gritarle era algo con lo que podía lidiar por si mismo aunque si no tenías cuidado acabarías con media cara rota, pero pegarle, diosito, pegarle a Takemichi es una muy mortal decisión, es suicidio.

Claro que es resistente, hasta un punto inimaginable, como un juguete antiestres en una bizarra comparación, pero es que ese hombre sonriente y llorón está lleno de bondad, y si es que no cree que valgas la pena no va a molestarte e incluso si es que tienes suerte va a ofrecerte una pelea justa donde perderá pero te golpeará en la moral por su capacidad empatica brillante, más de lo que tu podrida alma podría brillar algún día.

Pero es que se tenía que ser idiota para eso, todos saben que si alguien daña a ese joven hombre, un demonio levantará la cabeza y alzará sus alas en busca de quien lo haya lastimado.

Y Mikey está a un punto donde a pesar de todo el ejercicio mental es incapaz de permitir que su Micchi le quite importancia a ese ojo hinchado.

—Voy a matarlos.

Y es que no debe preguntar, no hay necesidad, sabe que todos son culpables menos Takemichi.

Por eso mientras una patada mortal hace acto de presencia, el ojiazul está con la mejilla levemente hinchada mirando como es que hace un momento estaba recibiendo un puñetazo mientras protegía en gesto automático a Mikey.

No pueden decirle algo, su cuerpo se movió solo, o sea el sólo estaba protegiendo a su esposo sin pensar en que a Manjiro ese golpe no le haría ni cosquillas.

—¿¡Qué mierda!?— Exclama a quien nombraremos como estúpido número dos.

—¿¡Ese tipo no se te hace conocido!?— La pregunta apaniqueada de a quien llamaremos estúpido número tres, descoloca a su compañero.

Obviamente el que está en el suelo tieso, no, ése debe estar conociendo hasta a sus bisabuelos, o en su defecto, reiniciando windows.

Uno de los tres ladrones que hace unos momentos intentaban asaltar a la pareja señala sin vergüenza a Mikey.

Takemichi se toca el rostro lastimado y es que parece que caminar a las nueve de la noche, por la calle, bajo las farolas y con una sandía en las manos, llama mucho la atención de unos ladrones novatos.

Y es que si no fuera por un cuchillo de cocina que tenía uno en las manos, Takemichi hubiera pensado que todo era una broma.

—¡No creo, ahora danos todo lo que tengas, ricitos!.— Proclama estúpido número dos, aun entre pánico, ignorando claramente a Mikey quien lo mira acercándose a paso lento.

Takemichi está entre detener a su esposo o decirles a esos ladrones novatos que corran, e incluso la idea de dejarlos ser molidos a golpes por Mikey suena tentador.

Pero no es tan cruel, por eso saca rápidamente su celular llamando a la policía, hablando rápidamente, preocupado por el estado de Mikey quién ha comenzado a perseguir al estúpido número tres mientras corren.

—¡Bastardo!— La voz de Mikey suena como un rugido feroz mientras sobre el suelo comienza a golpear al que estaba escapando y fue agarrado tristemente.

El primer golpe hace eco.

Kazutora podría dar fe de que uno de esos y te devuelve a la niñez.

Pero no estamos aquí para hablar de Kazutora y como un puñetazo de Mikey le reacomodo el cerebro.

Cosas de casados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora