Sinopsis :
¿Alguna vez has tenido la sensación de que estás repitiendo algo que ya has vivido? Algo así como el llamado "deja vu"
¿Alguna vez has tenido que decidir entre lo que quieres y lo que deseas?
¿Alguna vez prometiste jamás olvidar algo o a...
Hace un año, ajena de todo lo que pasaría en mi vida iba corriendo en mis mallas camino a una audición de baile... ¿Qué, no les conté? Perdón, déjenme hablarles brevemente un poco más de mi antes de adentrarme más allá.
Tengo 25 años, vengo de una familia un poco "problemática", pero bueno... ¿Quién no la tiene? Lo importante es saber lidiar con ella y saber actuar por eso mi hermano Kevin y yo decidimos largarnos, recomenzando donde nadie nos conociera; nos instalamos en una ciudad muy tranquila llamada Valle Verde.
Kevin era boxeador, dada nuestra situación tuvo q abandonarlo; como no quería llamar la atención, pero aún así seguir con aquello que lo apasionaba decidió abrir un gimnasio.
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Enfocó su vida en ayudarme a cumplir mi sueño de ser bailarina, pero sobre todo a defenderme; solía hacerme boxear, aunque estuviera enferma con fiebre o gripe. Le estaba muy agradecida, aunque a veces no entendía por qué se empeñaba tanto en hacerme tan fuerte, ya luego con el tiempo comprendí.
Muchos de los vecinos pensaban que éramos pareja debido a que somos muy diferentes físicamente, yo soy pequeña de 1.55cm llena de tatuajes de tez blanca, cabello castaño y ojos café; en cambio él es alto de 1,87 cm corpulento de piel más oscura, cabello negro y ojos marrones. Mi hermano me amaba y gracias a él soy quien soy.
El tiempo pasó y conocí a una gran amiga que al poco tiempo se convirtió en mi cuñada, Beatriz, Betty como le decíamos, tan hermosa ella, rubia de ojos verdes y una sonrisa que brillaba a 10 km de distancia. Era la dueña de una tienda de ropa y siempre insistía en que usara uno de sus vestidos; yo era más "sport" por así decirlo. Acepté la oferta solo una vez en mi vida: el día de mi boda.
Betty
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Juntos vivíamos tranquilos, unos días mejores que otros claro está. Yo los observaba y los veía tan felices, cada pequeña cosa que hacían te provocaba sonreír; a mí me daban náuseas — Paren ya por dios, ¡qué asco tantos mimos madre mía!— les decía, sin embargo, dentro de mi soñaba con vivir algo así.
