10. ¡Nando Fox!

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CAPITULO 10

En medio de tantos disparos Kevin me señala hacia una rejilla de ventilación a mi izquierda, que antes no era visible porque estaba justo debajo de la cama. Su calma me extrañaba, pero a la vez me sentía segura, siempre me hacía sentir de esa manera; cuando estaba a su lado creaba una especie de burbuja que mi subconsciente interpretaba como algo impenetrable. Su mirada, su expresión calmaba mi agitado corazón. Después de varios intentos logra abrir la rejilla y con un movimiento de cabeza me dice que pase primero. Era estrecha, pero mi cuerpo pequeño y menudo me permitió pasar fácilmente. Fui arrastrándome por ese pequeño túnel lo más rápido que podía, hasta que encontré una salida que daba a la parte trasera del motel. Salgo limpiando mi jean con las manos mientras le preguntaba a Kevin.

— ¿Hermano y ahora…? – cuando me giro Kevin no estaba a mi alrededor- Kevin? Nooo!!! ¡De nuevo no!

¿Cómo pude ser tan tonta? (golpeo mi cabeza) Si casi no podía pasar, ¿cómo lo haría él? Pensaba que estaba detrás de mí. Estaba segura de que él sabía que no podría, pero como siempre, antepone mis necesidades a las de él. La culpa que sentía era demasiada, no podía separarme de nuevo de mi hermano. Corrí lo más rápido que pude hacia la entrada del motel, no me importaba quien fuera, preferiría morir antes de que dejarlo solo una vez más… ¡Qué mala suerte la mía cuando vi que las personas que disparaban desde fuera era la policía!

Al verme llegar a la escena, se abalanzaron sobre mí dos policías uniformados y otro vestido de “forma casual”, imaginé que era uno de esos que se infiltran y pasan desapercibidos. Me lanzan de cara al suelo, colocan con mucha fuerza mis manos en mi espalda presionándome contra el pavimento frío, mientras alguien sujeta mi cabeza haciendo imposible q la moviera. Traté como pude de zafarme, aleteaba mi cuerpo hacia los lados más era en vano. Solo podía mirar la habitación en la que estábamos; era un caos total, entre gritos, preguntas que no entendía y disparos. Mis ojos solo se fijaban en la puerta esperando que en algún momento Kevin saliera de ahí por sus pies, pero ni eso pude ver, fui arrastrada hacia un coche patrulla, rumbo a una estación de policía.

Horas después…

Me encontraba dentro de una sala de interrogatorio; todo lo que vi en seriales policiacos y novelas ahora lo estaba viviendo en carne propia. Había muy poca luz en la habitación, una mesa en el medio, dos sillas y uno de esos espejos raros que en la televisión siempre hay alguien detrás. Sucia y sudada, sentada en una de las sillas con los codos sobre la mesa y las manos en mi cabeza pensaba si mi hermano estaría en alguna otra sala igual; mi pie estaba intranquilo por los nervios como en los tiempos cuando me desintoxiqué de las drogas, mientras les daba pequeñas mordidas a mis nudillos. 

Me mantuvieron ahí por mucho tiempo, sin agua, sin comida, sin poder siquiera ir al baño o hacer alguna llamada, aunque no supiera quien llamar… finalmente alguien llega, mi mirada nerviosa y preocupada se encuentra con los ojos de un hombre muy apuesto, alto de unos 1.88 cm, de tez blanca y cabellos dorados, con pequeñas marcas en la cara como de quien pasa un mala acné juvenil; vestía un pullover de un verde mate y un jean. Muy calmado se dirige hacia la mesa tomando asiento frente a mi

— Señora Mora- revisa unas hojas – soy el detective Fox, Nando Fox – decía sin mirarme a los ojos –¿Cómo conoce a El Diablo?

— No lo conozco

— ¿No lo conoce? Ok, ¿pues qué hacía en un motel con uno de sus secuaces?

— ¿Dónde está mi hermano?  -pregunto

— ¿Cómo se involucró con esas personas?

— ¿Dónde está mi hermano?  - insisto

— ¿Cómo se hizo esas heridas en la mano?

Bailando con el Diablo  © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora