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-¿Lo ves, Nezuko? La luna se aprecia mejor desde lugares altos, como el techo.
Ambos hermanos se dedicaron a observar el cielo nocturno que estaba despejado. Aún si la demonio no podía ver la luz del sol, la luz de la luna lo compensaba.
Sus mentes divagaban en algún lugar hasta que una tercera presencia los trajo de vuelta a la realidad.
-¿Qué hacen aquí arriba? Y tan tarde.
-No podíamos dormir y decidimos venir aquí arriba a despejarnos un poco.
-¿En el techo? ¿Por qué no abajo, como la gente normal?
-No nos ofenda así, Giyuu-san.
Una mueca se formó en el rostro del pelirrojo, fingiendo habérselo tomado en serio. Su hermana imitó su expresión por mera diversión, haciendo que el mayor se sintiera abrumado.
-No era una ofensa, era más bien un decir. Tan solo finge que no dije nada.
-Es una broma, no tiene por qué ponerse tan tenso. -Le sonrió.
En una situación como esa, le era difícil no estarlo. Estando alrededor del pelirrojo se sentía... nervioso. Le abrumaba un poco su persona, pero no de una manera en la que quisiera estar lo más lejos posible de él. Al contrario, buscaba su cercanía cada que podía y al menor, lejos de molestarle, le encantaba que fuera un poco más abierto con él.
Se acercó despacio hasta tomar asiento a su lado, evitando su mirada.
Unos segundos pasaron hasta que Nezuko se puso de pie, abrazando a su hermano por detrás en forma de despedida y haciendo lo mismo con Giyuu. Bajó de un salto y dejó a ambos chicos solos en el techo.
-Tu hermana tiene una intuición increíble.
-¿Crees que lo hizo a propósito?
-Sin dudas. -Atrajo a Tanjiro más cerca suyo.
Ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la compañía del otro en completa tranquilidad y lejos de cualquier curioso.
-Sabes, acabo de pensar en algo que hace mucho sentido. -Dejó caer su cabeza en el hombro del más alto, que dejó salir un sonido para que prosiguiera.
-Somos la viva imagen de nuestro elemento. Tú eres como el agua: calmo, pero puedes ser una corriente peligrosa cuando debes, arrasando con todo a tu paso.
Giyuu asintió, pensando en la razón que había en su comparación.
-El fuego se expande, dispuesto a quemar todo y dejarlo hecho cenizas. No hay quién lo detenga de lograr su objetivo, excepto por el agua. Nuestros alientos son opuestos; el agua puede acabar con el fuego y reducirlo a nada.
-¿Es un aspecto negativo de nuestra relación? Creí que estabas comparando.
-¡Para nada! Solo es curioso que, nosotros como elementos que no pueden estar juntos, lo estamos.
-Porque no somos elementos, Tanjiro. Pero entiendo tu punto. Aún si somos opuestos en muchos aspectos, nuestro lugar es al lado del otro. El agua debería apagar el fuego, pero decidí protegerlo y no dejar que se consuma y desaparezca.
-Es verdad. Me has salvado ya muchas veces.
-Y lo haré cada vez que sea necesario.
Ambos se miraron a los ojos, transmitiendo todo lo que no podían poner en palabras.
Giyuu se había jurado protegerlo, y así lo haría.
Después de todo, él era el fuego que lo mantenía vivo.
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