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-Perdone que me entrometa en sus asuntos, pero... ¿Por qué viene todos los días a la misma hora? No estoy echándolo ni nada por el estilo, es mera curiosidad. -Añadió rapidamente.
Dirigió su mirada hacia el chico que atendía el lugar y lo miraba expectante.
-¿De verdad quieres saber?
Asintió con algo de ansias, por lo que le indicó con su mano que tomara asiento frente a él para poder escuchar su respuesta.
-La primera vez que vine fue porque no había tomado ni una sola taza de café en todo el día en el trabajo, y no funciono correctamente sin eso. El café de aquí es bueno, sí. Pero luego pensé que era mejor el bonito pelirrojo que me atendía. Cuando me di cuenta, no pude dejar de pasar a verte y acceder a cruzar palabras contigo de vez en cuando.
Le dio un sorbo a su taza, esperando una reacción por parte del chico.
Este estaba sonrojado, probablemente avergonzado.
-¿Y solamente por eso?
-Sí, porque desde ese día pensé en la dicha que sentiría si te viera a diario. Lo que me lleva a hacerte una serie de preguntas. Dime, ¿Estás dispuesto a responderlas?
-Supongo que no hay problema.
-¿Tu edad?
-Tengo 19.
-¿Eres una persona independiente... Tanjiro? -Leyó su nombre en la pequeña placa de su uniforme.
-Lo soy. Vivo solo y tengo otros trabajos aparte de este para poder pagar tanto la universidad como mi apartamento.
El hombre asintió.
-Asumo que es difícil balancear la vida estudiantil y el trabajo, ¿me equivoco?
-No, es difícil. Pero he logrado hacerlo por dos años y me ha ido bien, aún si no puedo comer decentemente a veces, me conformo.
-Ahora, al grano. Me gustas, aunque creo que eso quedó claro ya. Por ende, quiero proponerte algo: pagaré tu universidad y todo lo que necesites costear en tu diario vivir. Ya no tendrías que trabajar y podrías enfocarte totalmente en tus estudios.
El rostro de Tanjiro mostraba algo de confusión, y es que todo eso de la propuesta era muy repentino. Y tentador, sobretodo.
-¿Y a cambio?
-Eres muy listo. - Sonrió -Me conformo con tu persona, en todos los sentidos. Puedes llamarlo una relación, si gustas.
El pelirrojo no terminaba de comprender lo que este le había propuesto.
-¿Por qué yo? Digo, no soy un niño caprichoso como los que suelen buscar personas como usted.
-¿Personas como yo? -Enarcó una ceja.
-Es decir: Señores adinerados y probablemente solitarios que hacen este tipo de ofertas. Los llaman Sugar Daddy.
-¿Señor? Tengo 29. Y estás de suerte, no tolero a las personas caprichosas. Y sí, estoy solo porque quiero, pero tú podrías cambiar eso.
-Tiene cara de ser odiado por muchos, sin ofender.
-Es un don.
Tanjiro rió inevitablemente.
Su risa. Quería escucharla siempre.
-¿Entonces, qué te parece?
Pareció pensarlo por una eternidad, haciendo al otro sentirse un tanto ansioso.
-De acuerdo, acepto.
Había sido menos complicado de lo que esperaba, pero era un punto a su favor.
Sabía que había escogido a la persona correcta.
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-¿Puedo preguntarte algo? -Le tendió una taza de café.
-Adelante.
-¿Por qué te gustaba?
-No lo digas como si ya no fuera así en el presente. - Le dio un sorbo al líquido en la taza- Tu personalidad es muy llamativa; tienes una capacidad increíble para iluminar todo a tu alrededor y desperdigar positivismo en todos lados. Supongo que eso me llevó a desear que alegraras un poco mi aburrida vida.
-¿Y si lo hice?
No le dio respuesta alguna. Sabía bien que Tanjiro no toleraba el sentimiento de duda, por lo que jugaba con eso de vez en cuando.
-Giyuu, no seas malo. Dime o la duda me va a matar.
-Sí, lo hiciste.
El pelirrojo sonrió satisfecho.
Sin dudas, Tanjiro fue la mejor elección que pudo haber hecho en su vida.
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