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-Algún día, cuando sea mayor y sea independiente, te llevaré conmigo.
La seriedad en su voz no dejaba lugar a dudas. Estaba siendo muy honesto.
-Espero no me olvides en los años que estarás lejos.
-No podría.
-El futuro es incierto, Giyuu. Quién sabe si volverás, o si encontrarás a la persona indicada para ti.
-Te prometo que no pasará.
Sabía que él jamás rompería una promesa, así que podía confiar en sus palabras.
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El día estaba igual que siempre, nada fuera de lo común.
Las personas iban y venían de la panadería, conversaba con los clientes frecuentes y así, el tiempo pasaba.
Eran cinco años desde que Giyuu se había marchado. Y, aún si mantenían el contacto e intercambiaban mensajes de vez en cuando, la nostalgia lo invadía.
Sabía que era inevitable que su relación cambiara debido a las distintas circunstancias que la rodeaban. Podía decir que no eran tan unidos como antes y extrañaba eso.
Se convenció a sí mismo que las personas cambian con los años, así como la vida debe seguir para todos sin importar lo que suceda. De la misma manera se forzó a no pensar en la lejana promesa que este le había hecho.
Prefería no sufrir por algo como eso y enfocarse en cosas que lo mantuvieran positivo, como haber logrado llegar a los 20 años de edad el día anterior, por ejemplo.
Sus amigos y familia lo acompañaron todo el día, rodeándolo de amor y felicidad.
-Hermano, ¿puedo interrumpirte un momento?
-¿Qué necesitas, Nezuko?
-Alguien vendrá dentro de poco a buscarme, pero estoy ayudando a mamá con otros asuntos arriba. ¿Podrías dejarme saber cuando esa persona esté aquí?
-Claro, no hay problema.
Antes de irse escaleras arriba, la chica observó detenidamente a su hermano.
-Deberías de soltarte el cabello. Te llevó un tiempo el que creciera y es un desperdicio que lo lleves atado todo el tiempo.
Aún si era una sugerencia, esta tomó la liga que mantenía su coleta de caballo, dejando caer su cabello rojizo hasta su espalda.
-Listo. Te queda mucho mejor de esta manera.
No le dejó responder, ya que se dirigió arriba con pasos rápidos, como si estuviera huyendo de algo.
Lo dejó pasar y se quedó en la parte de la cocina, mensajeando con sus amigos mientras nadie entraba al local.
Se vio obligado a salir cuando la campana de la puerta sonó, indicando la presencia de un cliente.
-Bienvenido, ¿en qué puedo-
No fue capaz de terminar la oración, porque definitivamente no esperaba volver a ver su rostro.
-¿Así de sorprendido estás?
Salió de la zona del mostrador, lanzándose a los brazos de Giyuu y siendo recibido con gusto.
-¿Por qué estás aquí?
-Qué rudo. Creí que estarías feliz de verme.
-No, no quise decirlo así. Me refiero a qué haces aquí de repente. -Deshizo lentamente el abrazo, quedando frente a él.
-Te lo dije hace años.
Llevó una de sus manos a los largos mechones rojizos de Tanjirou, colocándolos detrás de su oreja.
-No creí que fueras a hacerlo.
-Para tu buena suerte, pensé en ello cada día, deseando que el momento llegara de una vez.
El más bajo sonrió, aliviado y lleno de felicidad.
-Esperé por ti todo este tiempo, aún si no sabía si volverías.
Lo abrazó de nuevo, con un agarre más fuerte.
-Lo sé. Pero prometí que lo haría, y no podría mentirte jamás.
El futuro era incierto, sí.
Pero trae todo tipo de sorpresas y promesas cumplidas con él.
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