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Debía haber salido de su casa hace 10 minutos. Y es que había estado a punto de hacerlo, hasta que se topó con una desagradable visita en la puerta: una rana.
Les temía a más no poder.
Su tamaño no importaba realmente, si no su apariencia y sus saltos impredecibles que le generaban terror.
En más de una ocasión, una de estas criaturas había saltado cerca de él. No había gritado porque estaba en público, pero se había muerto del miedo con la acción realizada por el anfibio.
A pesar de todo, no recordaba exactamente qué fue lo que hizo que les temiera tanto. Pero a estas alturas, prefería no hacerlo.
Su celular vibró en su bolsillo, dejando ver en pantalla el nombre de su pareja, que debía estar esperando por él.
-¿Te sucedió algo? Son 13 minutos tarde de nuestra hora acordada, y siempre eres puntual.
-Me encontré con algo en la puerta y no puedo salir.
-¿Qué es? -Se escuchó preocupado.
-Es algo horrible. No puedo soportar estar cerca suyo.
-Tanjiro, ¿qué es?
-¿Puedes venir a buscarme? No quiero salir con eso ahí.
Tanjiro se escuchaba asustado, aún si trataba de disimularlo.
-Estaré ahí dentro de poco. Solo intenta relajarte.
La llamada terminó, dejando al asustado pelirrojo un poco más tranquilo.
Pero se instaló la imagen de su novio con expresión incrédula al encontrarse con el responsable de su aterrado estado.
Probablemente no se molestaría con él. Era débil ante su persona, por lo que era incapaz de generar una reacción molesta para con él.
Mientras pensaba en eso, su celular vibró nuevamente.
Tomó la llamada con nerviosismo.
-¿Era la rana, verdad?
-.....
-Abre la puerta.
Inseguro, la abrió de a poco.
Inspeccionó los alrededores y suspiró con alivio cuando no hubo señal alguna de la rana.
-Ya se fue.
-¿Cómo la alejaste?
-Di pisadas con algo de fuerza cerca de ella para que el sonido la asustara.
¿Así de fácil había sido? Se sentía patético, a decir verdad.
-Gracias. Y perdona por no llegar a tiempo y hacerte venir por una tontería.
-Los miedos jamás son tontos. Aún cuando suenan ridículos para otros, son muy serios para el que los siente.
Su novio siempre era comprensivo, y le estaba eternamenye agradecido.
-Ahora que la intrusa se fue, podemos irnos en paz.
Tanjiro finalmente salió de su casa, feliz porque ya no había nada bloqueando su paso ni impidiendo que pasara una tarde agradable.
-Entonces, ¿tuviste un duelo de miradas con la rana?
-Solo fueron unos segundos. Luego cerré la puerta para protegerme.
-Hiciste bien. Podría haberte comido o algo por el estilo.
-¡No me digas esas cosas! Sé que no es posible, pero no le quita lo aterrador.
-Jamás serás comido por una rana, no te preocupes.
-Porque tú las ahuyentarás por mí.
-Claro, es mi deber protegerte de todo peligro letal.
Ahora sabía qué hacer cuando la situación se repitiera: mantener la calma, controlar sus nervios y llamar a Giyuu para que resolviera todo.
Fácil.
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