Capitulo 27 // Un acuerdo.

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Ni Abril ni Harry hablaron durante la cena esa noche. Y Ron que parecía bastante contento, al enterarse de lo que escucharon miró intranquilo a sus amigos, sin poder decir nada en la mesa.

Abril mientras comía aparentemente impasible, solo podía recordar la conversación una y otra vez. No se podía explicar cómo es que nadie le había dicho algo tan importante como eso. 

Ni su abuelo Dumbledore, Hagrid,
el señor Weasley o su mismo hermano... su hermano, el que siempre tenía algún secreto importante que guardar.

Ella no pudo evitar que una pequeña risa se le escapará y soltó la cuchara sobre su sopa. Apesar de todas las charlas sería que tuvo con él, apesar de que le pedía que no le guardara secretos, Mike siempre tenía alguno más. ¿Por qué nunca le dijo que sus padres murieron porque les traicionó uno de sus mejores amigos? Ella merecía almenos saberlo cuando Black llegó a Hogwarts.

Ron y Hermione observaron intranquilos a ambos pero sobre todo a Abril por la risa de hace un segundo, ninguno se atrevió a decir algo o a dar alguna palabra de ánimo, porque Percy estaba cerca.

Cuando la cena terminó, los cuatro chicos volvieron en silencio a la sala común de Gryffindor. Era como si una pared se hubiera levantado entre cada uno de ellos, porque nadie tenía el valor suficiente ni sabía cómo iniciar la conversación de lo que habían escuchado.

Cuando subieron a la sala común atestada de gente, descubrieron que Fred y George, en un arrebato de alegría motivado por las inminentes vacaciones de Navidad, habían lanzado media docena de bombas fétidas.

Abril en esa ocasión no quiso saber nada de bromas o de bombas fétidas, solo se movió a una esquina de la sala y permaneció en silenció unos minutos, pensativa, antes de subir las escaleras e ignorar cualquier intento de los gemelos para que se quedara.

Sencillamente caminó con pesar y cansancio hacia su habitación y ahí se quedó durante un buen rato, observando a la oscuridad con la única compañía de sus peluches y Roky, por supuesto.

Lo único que podía hacer era pensar, ella cerró los ojos y trató de recordar la foto de sus padres que conservaba en la mansión. Trató de recordar la radiante sonrisa de su madre mientras abrazaba el brazo a su padre, trató de recordar los ojos enamorados de su padre al ver a su madre. Sintió una fuerte necesidad de llorar y una desagradable presión en el pecho.

—¿Abril? —escuchó la dubitativa voz de Hermione.

Pero Abril se quedó quieta, simulando que dormía. Oyó como Hermione se acercó y se quedó unos momento a su lado antes de acariciarle el cabello y arroparla. Con los ojos aún cerrados escuchó como se alejaba cerrando la puerta del dormitorio y luego, silencio.

Su respiración se aceleró mientras trataba de no llorar, no podía permanecer más en la oscuridad y en silencio. No quería molestar a nadie más. Sacó su vieja escoba de debajo de su cama, abrió la ventana y bajó sin que le importará quién o qué la viera.

Mientras descendia buscando un lugar en el cual aterrizar pudo ver una extraña sombra negra cruzar hacia el bosque prohibido, sin duda había salido del castillo pero en una primera impresión, Abril había pensado que se trataba de un dementor.

«Los dementores no le afectanpensó ella, fijándose en como desaparecía en la oscuridad.No tiene que oír los gritos ni sollozos de mi hermano cuando se aproximan demasiado...»

Aterrizó en los muelles, donde hace años atrás llegó por primera vez a Hogwarts, pero ahora estaba ahí de pie con un sentimiento muy diferente.

Tomó a Roky con una mano, el regalo que le había dado su hermano al ingresar al colegio, en su tristeza y enfado con él, quiso arrojarlo con fuerza al lago para desquitar su molestia, de cualquier forma, siempre podría recuperarla del fondo.

Abril En Hogwarts: El Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora