Capítulo 8 // El Banquete.

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Nadie más habló durante el resto del viaje. El tren finalmente se detuvo en la estación de Hogsmeade, y se formó un buen embrollo para poder salir del tren: las lechuzas ululaban, los gatos maullaban y Roky... ¿Rokeaba? En el bolsillo de Abril. En el pequeño andén hacía un frío que pelaba; la lluvia era una ducha de hielo.

Abril siguió a sus amigos hacia un camino embarrado y desigual, donde aguardaban al resto de los alumnos al menos cien carruajes, todas tiradas (o eso suponía Abril ) por magia, porque cuando subieron a una y cerraron la portezuela, se puso en marcha ella sola, dando botes.

Hermione hablaba animadamente con Abril de sus vacaciones en Francia, mientras él carruaje avanzaba lentamente hacia unas gigantescas verjas de hierro flanqueadas por columnas de piedra coronadas por estatuillas de cerdos alados donde habían dos dementores encapuchados y descomunales, que montaban guardia a cada lado.

—Esas cosas me ponen los pelos de punta —murmuró Abril.

Hermione y Ron estuvieron de acuerdo, Harry cerró los ojos hasta que atravesamos la verja.

El carruaje cogió velocidad por el largo y empinado camino que llevaba al castillo; Hermione se asomaba por la ventanilla para ver acercarse las pequeñas torres. Finalmente, el carruaje se detuvo, Hermione y Abril bajaron seguidos por Harry y Ron.

—¿Te has desmayado, Potter? ¿Es verdad lo que dice Longbottom?
¿Realmente te desmayaste?

Dijo Malfoy apenas vió a Harry. Draco le dio con el codo a Hermione al pasar por su lado, y salió al paso de Harry, que subía al castillo por la escalinata de piedra. Sus ojos claros y su cara alegre brillaban de malicia.

—Lárgate, Malfoy —dijo Ron entre dientes.

—¿También te desmayaste, Weasley? —preguntó Malfoy, levantando la voz para llamar la atención —¿También te asustó a ti el viejo dementor; Weasley?

Abril intentó mantenerse al margen pero Malfoy se lo había ganado.

—Draco, será mejor que te vayas —le dijo Abril tomando su varita —o haré que tú seas el que se desmaye.

—¿Hay algún problema? —preguntó una voz amable.

El profesor Lupin acababa de bajarse del carruaje que iba detrás de la de ellos.

Malfoy le dirigió una mirada insolente al profesor Lupin, y vio los remiendos de su ropa y su maleta desvencijada. Con cierto sarcasmo en la voz, dijo:

—Oh, no, no pasa nada.. eh... profesor...

Entonces dirigió a Crabbe y Goyle una sonrisita, y subieron los tres hacia el
castillo.

Abril intentó ir tras ellos, la forma en la que Malfoy se dirigió al nuevo profesor era inaceptable, pero el profesor Lupín la detuvo.

—No es necesario, señorita Grindelwald —dijo tomándola por sorpresa —He lidiado con chicos como esos toda mi vida. Además no creo que quiera perder puntos por una tontería.

Abril pareció pensar sus opciones.

—No pueden quitarnos puntos si el año no ha comenzado, ¿Verdad? —respondió ella con una sonrisa maliciosa.

El profesor Lupín rió.

—Es verdad, pero será mejor ir al castillo, la selección está por comenzar —y sin más se dirigió al castillo.

Hermione tomó el brazo de Abril y se apresuraron para unirse a la multitud apiñada en la parte superior; a través de las gigantescas puertas de roble, y en el interior del vestíbulo, que estaba iluminado con antorchas y acogía una magnífica escalera de mármol que conducía a los pisos superiores.

Abril En Hogwarts: El Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora