ⅩⅧ

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        Wanda no había parado de pensar en todo su "lío amoroso" después del descubrimiento de sus verdaderos sentimientos hacía Leila, esto le hizo encerrarse en la seguridad de su cuarto por el resto del día evitando salir incluso aunque la muta...

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        Wanda no había parado de pensar en todo su "lío amoroso" después del descubrimiento de sus verdaderos sentimientos hacía Leila, esto le hizo encerrarse en la seguridad de su cuarto por el resto del día evitando salir incluso aunque la mutante la llamara cuando llegó a la casa.

Pero el simple hecho de pensar en verle la cara a Leila le avergonzaba. así que se quedo tirada en la cama formulándose miles de preguntas, entre ellas la que mas destacaba era si sentir eso estaba bien.

No se podría decir que era completamente cristiana, pero había sido criada creyendo en dios y recordaba muy bien como el resto de las personas sentían asco por los homosexuales y ella los seguía ciegamente sin cuestionar sus creencias, si esto era así...

¿Sentía asco por si misma?

¿Era homosexual?

Hundió su cara en la almohada y botó aire con fuerza, movió su cabeza de un lado a otro y soltó una palabrota en Sokoviano que repetía mucho su gemelo cuando se frustraba.

Pietro.

¿Qué pensaría él?

Ellos jamás habían tocado el tema, no le daban importancia o simplemente nunca se les paso por la cabeza hablar sobre algo que no sentían ninguno de los dos.

El pensar en su hermano fue un detonante para que su ansiedad volviese haciendo que se parara de la cama y comenzase a dar vueltas por la habitación. 

Sabía que el la apoyaba en todo, siempre era así. Pero...

¿La hubiese apoyado si confesaba su repentino gusto por una mujer?

Tal vez. Jamás lo sabría, él se había ido. Ultron le había robado a su último familiar vivo. Cerró su mano en un puño y una estela escarlata cubrió su manos.

Trató de alejar sus pensamientos de su platinado hermano, volviéndose a concentrar en su problema inicial.

Mujeres.

¿Le gustaban las mujeres antes o Leila había sido la única que despertó sentimientos en ella?

No recordaba ningún momento en su juventud en el una mujer haya causado algo en ella. Se había enamorado en varias ocasiones, pero todos eran chicos. 

Tal vez solo le gustaban los ojos plata de esa chica, y solo eso. Tal vez aún le gustaban los hombres pero su atención había sido robada por la linda enfermera. Tal vez no era homosexual. Tal vez solo era una chica que le gustaba, una persona hermosa y de buen corazón.

Odiaba no poder responder sus preguntas, debía tan solo suponer que eso era lo que le pasaba y no tener fuentes, ayuda, para concretar sus respuestas, no sabía lo que le pasaba y eso, eso si que era estresante.

Repaso las preguntas, repasó sus respuestas y luego repasó la razón de que su sistema presentara fallos.

Leila.

¿Ella también estaría dudando de su sexualidad?

¿Le habrá llamado la atención en algún momento?

¿Tendría las respuesta de todas sus preguntas?

Si le preguntase ¿Estaría interesada en una relación?

¿Qué tal si odiaba a los homosexuales y al ella confesar sus raros y nuevos sentimientos no sintiese más que aberración?

Odiaría estar en un mundo en el que Leila la odiara sin razón solo por su orientación sexual, no podría soportar que ella la juzgara o pensara cosas malas sobre ella. No, no y no.

Sin duda no le podía gustar Leila, seguro estaba confundida, imaginaba cosas o comenzaba a ver señales donde no las había.

"No, no hay que negarse" recordó.

Pero... ¿Qué tal si confundía las cosas?

Tal vez solo estaba teniendo más afecto hacía Leila por como iba de bien su relación de amistad. Tal vez solo la quería como una buena amiga quiera a otra. Tal vez no hubiera un sentimiento romántico.

Entonces, si esto era así ¿Por qué dudaba? 

Y aquí volvían al inicio de las preguntas. Era un camino sin fin. Cuestionarse, dudar, enfurecerse y negarlo.

Wanda solo quería tener las respuestas, solo eso.

Dos toques en su puerta interrumpieron sus pensamientos, estos fueron leves, casi dudosos. No respondió, sabía que se trataba de Leila.

⎯  Hola, Wanda. ⎯  Dijo en voz baja. ⎯  Mi abuelo dijo que hoy no habías salido del cuarto ¿Está todo bien?

La sokoviana quiso responder, asegurarle que estaba bien que pronto se le pasaría, pero de su boca no salió ninguna palabra.

Leila suspiró y se escuchó como se recargó en la puerta.

⎯  Ok, entiendo que no quieras hablar con nadie, todos necesitamos de vez en cuando un momento a solas... Pero cuenta conmigo para lo que sea, si quieres hablar te escucharé. ⎯  Hablo con esa voz dulce  que hizo sonreír a Wanda y hacer que su corazon latiera con fuerza.

Era imposible no sentir lo que sentía, no podía detener el latir rápido de su corazón cuando ella aparecía o el sonrojo cada vez que le hablaba como si ella fuera importante.

⎯  Compré helado, si eso te ayuda en algo lo dejaré aqui en la puerta. ⎯  Anunció y se escuchó como algo era colocado en el suelo. ⎯  Buenas noches, Wanda. Descansa. ⎯  Se despidió.

A los segundos el ruido de pisadas se perdió por el pasillo terminando por una puerta siendo cerrada.

Cuando Wanda estuvo segura de que no había nadie a los alrededores abrió la puerta de su habitación encontrando el tarro de helado de chocolate con una cuchara encima.

Y entonces, mientras comía el helado y volvía a cuestionarse todo, lo supo.

Tal vez no estaba confundida.

Tal vez si le gustaba Leila, y eso no tenía nada de malo, porque ella era una persona excepcional.

Tal vez no había nada malo en ella.

Tal vez estos 'tal vez' se convertirían en afirmaciones.




𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑¹ ― W. MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora