XLVII

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             Leila sonrió dulcemente mientras buscaba una paleta de corazón en el tazón, para luego dársela al niño que estaba atendiendo. Los ojos de Luke -el niño- brillaron con deseo y alargó sus pequeñas manos para tomarla. Leila la alejó un poco jugando con él y levanto un dedo con autoridad en medio de ambos.

⎯  Te voy a dar esta rica paleta, pero me debes prometer que vas a comer todos tus vegetales y le harás caso a tu mamá. ⎯  hablo sonando dulce y firme a la vez.

El niño hizo una mueca de duda, pero al percatarse que la castaña le iba a quitar la paleta, asintió fervientemente.

⎯  Lo prometo, lo prometo. ⎯  repitió y sonrió de oreja a oreja cuando tuvo la paleta en su mano.

El niño bajo de la camilla mientras comía su deseado dulce caminando a los brazos de su madre quien observaba el consultorio con una sonrisa.

⎯  Muchas gracias, Doctora ⎯  agradeció la mujer mientras cargaba al niño en brazos.

⎯  Es mi deber. ⎯  contesto con una sonrisa extendiéndose por sus labios.

Luego de largos años en terapia y recibiendo la buena ayuda de Natasha y Steve, Leila había logrado volver a ser ella misma, con esa dulce sonrisa y aquella amabilidad característica. Además también había progresado, había logrado terminar una carrera como Pediatra y ahora tenía un pequeño consultorio cerca de su departamento, era de las doctoras más prestigiosas de la ciudad gracias a sus poderes, pero tampoco alardeaba mucho de eso.

Aún no dejaba de extrañar a Wanda y a Jay, pero había aprendido a lidear con el dolor y seguir adelante a pesar del vacío en su pecho.

Sus relaciones sociales también mejoraron. Ya no estaba tan sola como pensaba, de hecho, tenía varios amigos, colegas de trabajo y un par de vecinos amistosos. Pero a pesar de esto, aún no estaba lista para tener una pareja, y no lo estaría en mucho tiempo. Y estaba bien con eso, no necesitaba relacionarse con alguien sentimentalmente por ninguna razón, tenía amor de sobra por parte de sus amigos y no necesitaba de alguien para nada más.

Por eso en cuanto salió del edificio donde trabajaba tras terminar todas sus consultas y se encontró con David solo pudo rodar los ojos y prepararse para volver a rechazarlo por milésima vez en la semana. David era un oftalmólogo que trabajaba en el edificio de al lado y que desde que se conocieron no había hecho otra cosa más que intentar salir con la ojigris usando halagos ridículos y que a veces hasta eran asquerosos. 

⎯ Hola, hermosa. ⎯ saludo arreglando su cabello y su postura. Leila solo forzó una sonrisa de labios cerrados y desvió la vista alzando la mano para pedir un taxi.

⎯ Buenas tardes, doctor. ⎯ habló lo más cortante posible. 

⎯ ¿Quieres que te lleve? ⎯ preguntó al ver la urgencia con la que buscaba a aquellos autos amarrillos.

⎯ No, gracias, no quiero molestar.

⎯ Te aseguro que no es una molestia.

⎯ Seguro debes estar muy cansado, solo te retrasaré más en llegar a tu casa.

⎯ Pues, me quedare en la tuya a descansar. ⎯ insistió con tono sugerente.

⎯ Ya te dijo que no, idiota. ⎯ habló una voz desde la calle.

Ambos doctores se giraron a ver a la dueña de la voz, encontrándose con Nat quien miró de mala forma a David y le sonrió de lado a Leila. 

⎯ Vamos, linda. ⎯ dijo ladeando la cabeza en señal de que entrara al auto. Leila le sonrió al hombre triunfante y subió al asiento del copiloto saludando a su amiga que había vuelto a ser pelirroja.

⎯ ¿Qué haces aquí? ⎯ preguntó luego de que el auto arrancara mientras se ponía el cinturón de seguridad.

⎯ Solo quería invitarte a comer, creí que podrías tener hambre al salir del trabajo. ⎯ explicó tomando la ruta para su restaurante favorito. ⎯ Además, quería verte y hablar contigo.

Leila sonrió levemente y asintió. Su relación con Natasha era muy buena, era muy divertida cuando la conocías bien y también tenía buenos sentimientos, le gustaba estar con Natasha porque cuando estaba con ella se sentía como en casa, como si el mundo fuese un huracán y ella el único lugar seguro. 

Llegaron al restaurant y pidieron la mesa de siempre, empezando a bromear y jugar entre ellas. Pasaron la tarde entre risas, juegos, anécdotas y recuerdos, Natasha le habló de su hermana y Leila decidió hablar de su abuelo y su madre, el ambiente fue tranquilo y agradable, hasta que Natasha decidió hablar. 

⎯ Leila, quería decirte algo. ⎯ dijo relajada juntando sus manos, Leila paró de reír y la miró confundida.

⎯ Adelante dilo. ⎯ mantuvo su sonrisa mientras se acomodaba en su asiento. Natasha tomó una bocanada de aire, era experta en no mostrar como se sentía realmente, pero Leila solo la impulsaba a mostrarse tal y como era realmente cosa que solo podían hacer pocas personas.

⎯ Te vez muy linda hoy. ⎯ dijo con una sonrisa observando las facciones de Leila contraerse en vergüenza. ⎯ Y no solo hoy, siempre. También eres una increíble persona y me haces sentir bien. ⎯ El corazón de ambas comenzó a latir con fuerza, pero no por las mismas causa. ⎯ Sé que no soy la mejor en esto, pero... ¿Quisieras salir conmigo?

Leila se paralizó alejó sus manos y la miró con sus ojos abiertos de par en par, le sorprendía escuchar todo esto de parte de la rusa, más porque no la imaginaba en esa situación con nadie. Se llevó las manos a la cara cubriéndola por completo con pena. 

Y por un momento imaginó aceptar, se preguntó como sería volver a sentir amor, como sería estar en una relación con Natasha. Pero a pesar de que lo imaginaba muy bien no estaba del todo contenta con esto. No se sentía como la pelirroja, no le gustaba ella, ni le atraía;  le quería, claro que sí, pero no como ella lo hacía. Otro factor era Wanda, no podía estar en una relación cuando aún no la había superado a ella. 

Tomó aire y se enderezó en la silla y miró a los ojos a Natasha que esperaba paciente una respuesta.

⎯ Lo siento. ⎯ se apresuró a decir. ⎯ Pero no siento lo mismo. ⎯ dijo agachando un poco la mirada. ⎯ Te quiero, pero no de la misma forma en que la quise a ella.

Sus ojos se empaparon en lagrimas. Nunca querría a alguien como la quiso a ella.

Natasha no se vio afectada, la entendió y siguió con la misma actitud amistosa de siempre. Ella entendía que no podía quitarle el lugar a Wanda.

Tal vez en otra vida, en otro momento, quizás en otro universo, ellas pudieran darse una oportunidad.



𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑¹ ― W. MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora