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        Leila camina siendo guiada por el olor a comida, hasta que llego a la gran cocina de la casa Abbey donde ya estaban Wanda y Jay conversando con muy buen animo

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        Leila camina siendo guiada por el olor a comida, hasta que llego a la gran cocina de la casa Abbey donde ya estaban Wanda y Jay conversando con muy buen animo.

⎯ Buenos tardes, lista para ir a la doble A. ⎯ dijo con burla Jay anunciando la nueva presencia.

⎯ Buenos tardes para ti también, bomboncito. ⎯ dijo con una sonrisa carente de amabilidad. ⎯ Buenas tardes, Wanda. ⎯ añadió cambiando su tono a uno más suave.

Las mejillas de la sokoviana se pintaron de carmesí mientras tartamudeaba una respuesta y se levantaba con la escusa de revisar la cacerola en la que estaba cocinando. Leila tomó el lugar en donde antes estaba Wanda y comenzó a hablar con Jay sobre la fiesta.

Mientras, en la cabeza de Wanda solo se repetía una y otra vez la escena del beso, haciendo que los sentimientos se sintieran más profundos y a su vez haciéndole pensar que había estado mal. Del otro lado, el telepata pudo captar esa imagen y con ánimos de juntar a esa hermosa pareja preguntó a Leila de forma muy sutil sobre lo que había pasado en la fiesta.

Y fue mientras Leila y Jay hablaban que toda la burbuja de sentimientos positivos explotó y lo único que quedó fue un mal sabor en la boca.

⎯ Lo cierto es que no recuerdo nada desde luego que entramos a la fiesta, los tragos estuvieron fuertes. ⎯ Respondió entre risas, que decayeron luego de ver la expresión de su amigo.

Wanda quedó estática en su lugar.

Leila no recordaba nada, el beso que había pensado que era especial no fue más que producto del alcohol.

Leila se giró en si misma confundida por el cambio del ambiente, descubriendo a Wanda salir casi huyendo de la cocina.

         No podía molestarse con Leila, al fin y al cabo no lo había hecho con intención.

Pero, eso no evitaba que estuviera molesta con el alcohol. Era estúpido molestarse con una sustancia que no tenía vida, pero si no fuese por el alcohol ella no estuviese ahora triste y  confundida.

Al fin había aceptado sus sentimientos, y ahora que pensaba que eran recíprocos todo volvía al principio.

Cuando se despertó ese día solo podía pensar en el beso y en qué pasaría con su relación de aquí en adelante. Se imagino a si misma invitando a una cita a Leila y que luego ambas hicieran las cosas típicas de pareja, agarrarse de la mana, besarse bajo la luz de la luna, regalarse flores, etc.

Pero todo lo que imaginó jamás pasaría, ya no.

Aunque quiso mantenerse positiva al pensar en que las personas borrachas dicen la verdad, todo positivismo era nublado por la verdad, Leila no lo decía enserio.

No era enserio cuando le dijo que era linda, no era enserio cuando la besó y no era enserio cuando al final confesó que le gustaba.

No era enserio nada.

Unas inmensas ganas de gritar e insultar todo a su alrededor la invadieron y siguiendo sus instintos lo hizo.

Caminó hasta el barandal de la terraza y gritó. Insulto todo en su vida, todo lo malo que le venía pasando desde niña y un pequeña parte de sí se alivio.

⎯  Gritar es una buena terapia ¿No? ⎯  Escuchó a alguien hablar tras ella.

Se giró con las mejillas rojas por la acción anterior encontrando a Jay con una sonrisa de lado en su cara.

⎯  Si, ayuda un poco. ⎯  Habló en voz baja volviendo a mirar hacia al frente.

⎯  Se lo que pasó ayer en la fiesta. ⎯ Dijo como quien no quiere la cosa cuando llegó a su lado.

⎯ ¿Nos viste? ⎯ Preguntó, él negó.

⎯ No, pero mi mutación es leer mentes y digamos que todo el día en lo único que haz pensado es en eso. ⎯ Dijo con su usual tono burlón sin ánimos de incomodar.

⎯ ¿Haz leído mi mente todo este tiempo? ⎯ Preguntó con algo de nervios. Jay soltó una fuerte carcajada.

⎯ No, intento no hacerlo, pero a veces lo pensamientos son tan fuertes que no puedo evitarlos. ⎯ Explicó y se quedó en silenció por un par de minutos. ⎯ Entiendo que estés molesta o dolida, o como sea que te sientas, pero estoy seguro de que Leila no hubiese querido ilusionarte de esa forma estando en todos sus sentidos.

Wanda no dijo nada, solo frunció los labios y se mantuvo pensativa. No, claro que la Leila sobria no lo hubiese hecho.

⎯ Se que no. ⎯ Aceptó con una pequeña sonrisa. 

⎯ Wanda... ¿Te gusta, Leila? ⎯ Preguntó con verdadera curiosidad el moreno luego de un par de minutos.

Pensó que diría, dio vueltas a la pregunta y en lo que pensaría Jay al saber la verdad. 

Pero confió, confió en que él no pondría mala cara, o la juzgaría.

Wanda asintió levemente.

Al otro lado de la terraza alguien había escuchado toda la conversación.

Dos partes sentían los mismo.

Solo que una no se podía perdonar a si misma por fingir que no recordaba el beso.

𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑¹ ― W. MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora