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        Wanda quería volver a hablar con Leila, pero no quería solo llegar como si la conociera de toda la vida a hablar un rato, sería raro considerando que solo habían tenido una conversación

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        Wanda quería volver a hablar con Leila, pero no quería solo llegar como si la conociera de toda la vida a hablar un rato, sería raro considerando que solo habían tenido una conversación.

Y solo se le ocurría una forma de visitar la enfermería, y esa era fingir malestar.

Seguido de este pensamiento paso todo el día pensando en que malestares no muy graves podía fingir sin crear sospechas, teniendo una lista muy reducida al final de la tarde.  

Al día siguiente después de entrenar decidió que iría a la enfermería y pondría en prueba su plan. 

Fue entonces cuando su moral atacó.

Se sintió mal por engañar a la dulce enfermera solo para conseguir respuestas y su amistad, es decir, así no se hacían amigas en la escuela ¿o si? Estaba segura de que no. Para hacer una amiga tenías que hablar con ella, que era por un lado lo que haría, por otro lado la iba a engañar y sin duda así no se construye una amistad duradera.

Casi sintió como su hermano se burlaba de ella por lo absurdo de su plan.

Se tumbo en la cama y miro el techo por un par de minutos intentando decidir que hacer. Sus opciones eran ir y engañar a Leila en su cara para conseguir una conversación, o solo ir y hablarle pidiendo su amistad con palabras torpes que ni siquiera sabría si funcionarían.

Le daba demasiada vergüenza el presentarse diciendo una cosa tonta como "¿Quieres ser mi amiga?"  tal y como lo haría una niña de primaria, no, sé rehusaba a pasar esa vergüenza.

Al llegar a la puerta de vidrio vio aquellos orbes grises y se convenció a si misma de que había sido la elección correcta. Empujo la puerta y de inmediato la mirada de la enfermera recayó en ella. 

⎯  Wanda, hola⎯  exclamó con una brillante sonrisa.

⎯  ¿Qué tal? ⎯  dijo tratando de sonar tranquila.

⎯  Todo muy bien ¿Y tú? ¿Qué te trae por aquí? ⎯  Al instante soltó una corta tos seca algo real.

⎯  Esto ⎯  dijo señalándose la garganta.

No, no iba a acercarse a Leila y preguntarle de su vida como si ya fueran amigas. Sería falsa y fingiría para acercarse a ella.

⎯  Oh, ven pasa ⎯  Señalo el consultorio de la primera vez y cerró las cortinas tras de ellas.

Le indicó que se sentara, trajo su silla giratoria y se apresuro a escribir en la hoja en blanco.

⎯  ¿Sabes que lo pudo haber causado? ⎯  cuestionó hablando con su usual tono suave que la hacía relajarse.

⎯  Ayer dormí con el aire en una temperatura muy baja después de bañarme, estoy casi segura que fue eso. ⎯  mintió seguido de un par de carraspeos.

Leila de inmediato la miro con desaprobación y chasqueó la lengua. 

⎯  Pues, si es un resfriado yo no podré hacer nada porque tiene diferentes síntomas en distintos momentos, tendría que internarte para ocuparme de todos y no queremos eso ¿verdad? Pero no te preocupes, tu sistema inmune lo hará por mí. ⎯  Explicó y presiono el bolígrafo haciendo que la punta saliera ⎯  Te voy a recomendar algunos antibióticos que te ayudaran con eso.

Wanda observó como escribía en la hoja con los labios fruncidos y expresión pensativa. Terminó sonriendo y tendiéndole la hoja con los medicamentos escritos en ella, tenía una caligrafía muy pulcra, no tan sofisticada, pero se entendía.

⎯  Gracias ⎯  soltó una tos ronca y sonrió un poco.

⎯  Es mi deber. ⎯  le sonrió de la misma forma y se giro buscando una de esas paletas de corazón.

⎯  Y... ¿Cómo estuvo tu día? ⎯  preguntó sin querer irse aún.

⎯  Algo ajetreado, pero aburrido. Es temporada de influenza y toda una clase llegó hoy al hospital ⎯  dijo y pareció pensarlo por un minuto ⎯  Ahora que lo pienso... Tu salvaste un autobús escolar ¿no? tal vez uno de los niños te contagio. ⎯  Exclamó y de inmediato Wanda negó. ⎯  ¿Has tenido fiebre, moco? 

⎯  No, no creo que sea eso ⎯  rugió algo más fuerte de lo que debía cuando la vio acercarse con un hisopo. Leila se detuvo, sin mostrarse molesta y devolvió el hisopo a su lugar.

⎯  Bueno, cualquier cosa pasa por aquí estos días para contarme como vas. ⎯  le sonrió dulcemente y se levantó lista para terminar con la consulta.

⎯  Así que... trabajas en un hospital infantil ¿Eh? ⎯  La castaña ensanchó su sonrisa y asintió.

⎯  Soy residente aún, pero en un futuro podré ser pediatra, los niños son tan adorables.

Gracias a esta conversación Wanda pudo preguntar más sobre su trabajo, descubriendo su amor por la medicina y la pediatría, que llevaba 2 años estudiando y que sus poderes le daban un plus en los consultorios, pero que no la ayudaba mucho en las relaciones sociales.

⎯  El odio por los mutantes aún sigue existiendo, aún si sus poderes no te pueden dañar ⎯  comentó con una mueca triste que remplazo de inmediato por una sonrisa contándole sobre un paciente muy amigable que atendía, aunque ya Wanda no prestaba atención.

La revelación hizo más fáciles la unión de puntos que se llevaba acabo en su cabeza, ella no había sido experimentada, o había obtenido sus poderes en un accidente, tan solo tenía el gen mutante que le brindaba un poder, no fue tan trágico como Wanda imagino y eso la aliviaba de cierta manera. No podía imaginar a la dulce enfermera siendo dañada porque simplemente no lo merecía.

⎯  Pero mírame, hablando de mi trabajo cuando tu tienes que ir a descansar. ⎯  se reprendió con ese tono juguetón que le comenzaba a gustar. ⎯  Trata de conseguir todos los medicamentos y toma mucha agua.

 Wanda tosió recordando su malestar falso y se apresuro a tomar la hoja que había dejado de lado junto con la paleta de fresa.

⎯  Espero te mejores ⎯  le sonrió ampliamente y Wanda juró que con esa simple sonrisa ella pudo sanar a miles de niños en el hospital.

⎯  Gracias, te estaré avisando.

Tal vez esa semana tendría que fingir un poco más, solo un poco.

𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑¹ ― W. MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora