Capítulo 10

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Las semanas pasaron volando y había llegado el día más esperado por Daniel, el día de volver a tomar el examen para ver si calificaba para participar en el torneo nacional. La noche anterior no durmió estudiando y repasando todo lo que su tutora le había enseñado. Emma. El solo hecho de pensarla enviaba choques eléctricos en todo su sistema. Ya su meta no era solo aprobar para participar en el torneo, sino que quería obtener buenas calificaciones para demostrarle a esa rubia de ojos verdes que el tiempo invertido en él, no fue tiempo perdido.

Definitivamente no lo fue. Con ella no solo había aprendido mucho de física, sino que definitivamente era una mejor persona. No sabía cómo describirlo, pero esa joven tímida de sonrisa maravillosa había dado un giro a su vida. Sus amigos habían empezado a notarlo, su hermana, Nana y hasta los profesores. Se sentía bien con los resultados que estaba viendo en su vida y por eso, siempre le estaría agradecido a ella.

Su celular comenzó a sonar, era un número desconocido. Decidió ignorar la llamada y continuar arreglándose para irse al instituto, el examen era demasiado importante como para llegar tarde. El aparato cesó de sonar y un minuto después comenzó a sonar nuevamente indicando la llegada de un mensaje. Esta vez dejó de colocarse la camisa para acercarse a ver quien le escribía:

Hola Daniel. Solo te escribo para decirte que espero que te vaya muy bien en el examen de hoy, estuve orando para que así sea. No estés nervioso, verás que todo lo que saldrá, ya lo hemos visto en las tutorías. No te desearé buena suerte, porque Dios estará contigo, y teniéndolo a Él no se necesita suerte. Muchas bendiciones –Emma.

Para cuando terminó de leer el mensaje una sonrisa bobalicona se había impregnado en su rostro. No podía creer que ella le estuviera escribiendo, desde hace días quería pedirle su número pero no se había atrevido para no asustarla. »¿Cómo ella habría conseguido el suyo?«, se preguntó, pero la verdad es que la respuesta no le importaba. Ese mensaje le había dado el ánimo que necesitaba para salir victorioso en su prueba.

"Muchas gracias hermosa..." —Comenzó a escribir, pero lo borró para no parecer muy atrevido. Para el ella era la chica más hermosa que existía, al igual que su hermana, pero no vio acertado decírselo, al menos no en ese momento.

"Gracias por escribirme, me hace bien tu mensaje..." —Volvió a teclear, pero lo borró de inmediato. De pronto se encontró a sí mismo como un adolescente que no sabía cómo reaccionar ante el mensaje de una chica hermosa.

"¡Muchas gracias Emma, en verdad lo aprecio!" —Tecleó finalmente y presionó el botón de enviar antes de arrepentirse. Se quedó unos minutos esperando la respuesta de la rubia, pero esta nunca llegó, así que siguió en lo suyo.

****

El momento más esperado había llegado. Daniel había terminado su prueba hacía media hora y ahora se dirigía a la oficina de la directora donde Emma, al igual que los demás tutores, aguardaba para conocer el veredicto final. De pronto los nervios aparecieron y con ellos la inseguridad de no haber conseguido el suficiente puntaje. Confiaba en Emma, pero no confiaba en sí mismo. Nunca lo había hecho, detrás de la máscara de indiferencia y altanería con la que se disfrazaba cada día de su vida desde la muerte de sus padres, se encontraba un niño inseguro y asustado.

Al entrar lo primero que se encontró fueron el par de ojos verdes que le habían robado la paz en las últimas semanas. Ella estaba ahí, relajada, confiada, hermosa. Toda su inseguridad se desvaneció en el instante en que sus ojos se encontraron. Con las manos empezándole a sudar, se adentró a la oficina y se sentó en el lugar que le había ordenado la directora. Con paciencia escuchó los resultados de varios de sus compañeros, por suerte, la mayoría había aprobado. El entrenador estará feliz, pensó.

Justo a Tiempo (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora