Capítulo 3

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Mariana estaba confundida y con estas palabras en la cabeza cuando César le dijo sobre una hija. Esto no estaba en el informe, ni en fotos en la oficina y tampoco en la casa de Madrid, este pensamiento la tomó hasta que se vio caminando al lado de él en por el enorme pasillo del hospital privado, nada de esto estaba en los informes que leyó sobre su actual jefe lo que dejaba la mujer más preocupada porqué si escondía la niña era por estar involucrado en cosas pesadas. César no entendía porqué habría aceptado que Mariana lo acompañase hasta el cuarto dónde estaba su hija en vez de irse con Elroy al casino, no le gustaba que nadie que trabajaba con él se acercara a ella, sólo Ester la conocía porqué necesitó su ayuda algunas veces, intentaba proteger la pequeña de tudo y todos, estaba casi seguro de que la razón por la cual hacía eso golpeaba la cabeza de Mariana. Una enfermera lo dijo dónde estaba y César entró cómo un loco, vio sentada con la espalda apoyada en una almohada blanca mientras era revisada por el médico.

- Papi

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- Papi... -La pequeña sonrió al ver que se acercaba el primer hombre de la vida de cualquier mujer y estiró los brazitos.

- Mi amor... -La abrazó con cuidado dejando un beso que tardó más de lo normal en su frente. -Ya estoy aquí.

- Perdón, yo sólo quería subir en el árbol con mis amigos. -Bajó la mirada con culpa.

- No tienes que pedirme perdón, princesa, eso pasa. -Le sonrió tranquilizándola. -Perdóname tú a mi por no haber llegado antes. -Vio cómo el doctor terminaba de ajustar la pequeña pierna enyesada.

Cómo no sabía que hacer Mariana se quedó en el marco de la puerta mirando fijamente la niña que estaba en la cama aferrada a César. No sabía porqué había sentido una corazonada cuando la vio, era tan linda, con el pelo largo y rizos rubios, los ojos azules grandes encontraron a los suyos con curiosidad.

 No sabía porqué había sentido una corazonada cuando la vio, era tan linda, con el pelo largo y rizos rubios, los ojos azules grandes encontraron a los suyos con curiosidad

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- Hm... ¿Tú quién eres? -Preguntó con un dedito en la mejilla analisando la desconocida que ahora le sonría.

- Hola... -Contestó y caminó lentamente hacía los dos después que César la llamó con una señal. -Soy secretaria de tu papá...

- Se llama Mariana. -Él completó.

- El mío es Elisa. -Mordió el lábio inferior tímida con los ojos fija en la mujer, así cómo ella no dejaba de mirar la pequeña. -Ella es muy guapa, papito... -Dijo bajito sólo para él, pero todos en la habitación escucharon y sonriéron.

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