El trato consistía en seguir todos los pasos que le daba por móvil o la niña se moría.
Eso leía Mariana mientras conducía intentando mantener la calma, pensando en algo, debería actuar con tranquilidad o la vida de su hija corría riesgo. Habían tomado a la niña en la puerta de la escuela y nadie notó, sólo podría ser algo o mejor, alguien que conocía todo muy bien.
No fue difícil saber que se trataba de Sergio cuando llegó al lugar con olor horrible, lejos y sin cobertura de celular. Un tipo la jalo del coche, no podría ver su cara y desapareciendo con el carro al instante, después de claro tomar su móvil y destruirlo.
- Elroy, ¿qué haces aquí? -Preguntó asustada cuando el motorista fiel de César se acercó a ella.
- No digas nada, señora Mariana.
Dolor. Miedo. Pánico. Desesperación.
- Hola Toledo. -La voz de Sergio le causaba temores y una lágrima escapa mientras sus años de profesión le aseguran que hay un revólver apuntado para su cabeza. - Por fin nos volvemos a encontrar.
Mariana solamente se dio cuenta en realidad de todo cuando ya estaba atada en una silla y Sergio hablando con alguien en el teléfono, dando órdenes.
- Pensé que tú y César eran más inteligentes. -Volteó para ella dejando el aparato en el bolso. -Pero bueno, él en realidad él nunca lo fue, siempre necesitaba a mí para todo...
- ¿Dónde está mi hija? -Preguntó entre dientes.
El sonido de la puerta cayendo solamente aumentó el miedo, más hombres entraban.
Mariana sentía un dolor en el alma, una desesperación ¿cómo las cosas habían tomado esta proporción? Mientras analizaba los tipos, reconoció a Alex y no se impresionó. La maldad escapaba de sus ojos azules, deseó más que nunca tenerlo en frente para rasgarle la cara por todo el daño que le había causado y ahora no podría.
- Mari... Siempre tan guapa.-Tocó el pelo en desorden sacando un ruido ahogado bajo la cinta adhesiva que cubría la boca y miró a Sergio. -Nuestro acuerdo me está saliendo mucho mejor de lo que pensé. -Volvió a tomar el rostro de Mariana bajando un poco el dedo índice por la región de su cuello y nacimiento de sus pechos. -No veo la hora de hacerte mía, cómo siempre he deseado.
- Eres un enfermo, no vas a...
Mariana tragó en seco cuando vio Elisa por una pantalla, también atada a una silla, el ruido de armas listas para hacer su oficio delante de ella no lo dejaba moverse a ningún lado. Mira el rostro de los dos hombres: Alex y Sergio.
- ¿Que pensaría César si viera a las dos personas que mas quiere muertas?
- ¡Suéltala! -Mariana pidió cuando liberaron su boca del adhesivo. -Elisa no tiene nada que ver en eso, me quieren a mi ¿no? Aquí estoy.
La sonrisa perversa de Sergio se escucha en todos los rincones haciendo que a Mariana le hirviera la sangre. Dos tipos se acercan golpeándola en la cara haciéndola contorcer por el dolor pero necesita mantenerse firme o cualquier pondría el riesgo todo.
- Nada de eso hubiera pasado si César no estuviera involucrado contigo. -Sergio arrastró el cuchillo sobre el cuello de Mariana, ella murmura algo mientras se mueve contra la cadera que se choca con el piso en una clara señal de dolor.
- Desgraciado... -Murmuró intentando mantener la postura. -¿Y tú qué haces aquí pedazo de mierda?
- Yo lo ayudé, Mari. -Alex se acercó con la mano en la barbilla con una sonrisa maliciosa. -Sergio y yo teníamos un trato desde hace un tiempo y él me ayudaría a tenerla a cambio de que yo te matara... Y mira nada más dónde estamos, pero creo que los planes serán otros.
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La Inspectora
ChickLitElla necesita infiltrarse y utilizar todo su poder de seducción para descubrir lo qué hay de tan ilícito en Royal Paradise, el casino del milionário César Lazcano. Parecía algo sencillo para una mujer que ya había hecho cosas así otras veces pero no...