CAPITULO 3

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MADISON

La semana había pasado, bastante lenta para mí, cada vez me frustraba más el no tener a mi hijo conmigo. Marcel no había vuelto a pisar la casa, pero las cosas seguían su curso, buscaban a Harold por todos lados.

¿Cómo demonios se llevaron a mi hijo?

Suspire y baje a la cocina a hacer algo de comer, no había estado comiendo nada y eso me pasaría factura. No se oía ningún ruido de la sala así que supuse que estaba vacía.

Decidí bajar como estaba, mi pijama era algo reveladora y unos lindos conejitos, pero sinceramente era lo último en lo que pensaba, además estaba sola, no es como si pudieran juzgarme.

Baje cada escalera pesadamente y entre a la sala. Entonces entendí que no fue buena idea.

— Mad — Liam hizo que lazara la mirada, estaban todos los guardias y Marcel.

— Lo siento — mi cara era un completo shock — No escuche ningún ruido, supuse que no había nadie — seguía parada, ya vete Madison — Yo... solo iré a cambiarme — escuche la risa de Liam y subí más rápido.

Ok, tal vez no había sido lo más sensato del mundo, pero no podían culparme, estaban muy callados.

Me miré frente al espejo y pude respirar tranquila, mi cara estaba tan roja por la vergüenza. Tal vez estoy siendo un poco dramática, me permití reír un poco, tenía que ser más cuidadosa la próxima vez

Aun sentía la mirada de Marcel cuando subía las escaleras. Espero Liam no haya lanzado algún comentario que haga enfurecer a Marcel porque sería gracioso verlo celoso. Siempre ha sido así y Harold es la copia exacta de su padre.

MARCEL

Mierda y más mierda. Es todo lo que podía pensar, como se le ocurría a Mad salir con ese pijama que no dejaba nada a la imaginación. Vi cada uno de sus pasos al llegar al último escalón, pasé la mirada por todas sus piernas y su cuerpo, seguía matándome.

— Mad — La voz de Liam me saco de mis pensamientos, pude fijarme que todos miraban a Madison. Malditos.

— Lo siento — sus mejillas color carmín me decían que no lo había hecho intencional. Claro que no.

— No escuche ningún ruido, supuse que no había nadie, yo...solo iré a cambiarme.

Cuando volteo vi como esos shorts se acomodaban perfectamente a su bonito trasero y sus lindas piernas corrieron de regreso a su habitación.

Mierda, si seguía viéndola posiblemente tendría una erección bastante dolorosa. Cuando salí de mi ensoñación vi que todos se habían quedado mirando hacia donde se fue Madison.

Maldita sea, que no entienden que ella es mía.

— Sigan trabajando — alce mi voz.

Rápidamente todos se pusieron a trabajar y dejaron de mirar.

— Y es por eso que sigues tan pegado de ella — dijo Liam con un tono estúpido — Por Mad me volvería hetero.

— No digas estupideces Liam — voltea a verlo — y deja de mirarle el cuerpo, al próximo que lo haga le corto la cabeza — alce la voz un poco más para que todos estos idiotas me escucharan.

— Estas tan mal por ella — Liam suspiro – deberías intentar...

— No — lo corte de golpe — Ella me traiciono.

No podía olvidarlo, cuando mi madre me dijo lo que vio, mierda. Ese día fue el peor de todos para mí, sentí que me destruyeron por dentro. Mi madre era la persona en que más confiaba después de mi padre, sé que a ella no le caía bien Madison al principio, pero después la acepto y me dolió mucho saber que me había traicionado por boca de mi madre.

Mi madre la había visto y ella me lo confirmo cuando no quiso que la tocara más, cuando vi como mi tacto le daba asco y se alejaba de mí.

Mi pequeño Harold nació en medio de la mierda, ella cambio bastante y no supe jamás por qué dejo de quererme ¿Qué había hecho mal? Me aleje y deje que se quedara con el niño en esta casa. Este lugar que había mandado a construir para nosotros cuando nos casáramos. Tenía todo planeado para sacarla de casa de mi madre y tenerla conmigo en nuestro propio hogar.

¡Como pudiste hacerme esto! — sentía que la ira consumía mi cabeza, las palabras de mi madre se repetían constantemente.

No es como piensas Marcel — Madison lloraba en una esquina — Jamás te haría algo así.

¡Mentirosa!

¡No! — grito — Tú no sabes lo que paso, el...

¡No quiero que me cuentes como malditamente te cogiste a mi primo! — grite.

No fue así – su llanto falso hacia mi ira incrementar — Marcel debes creerme, el...

Sali de la habitación ese día, no quería escuchar más todas esas mentiras que salían de su boca. El corazón me dolía y sentía que me lo habían arrancado de golpe.

No volví, ni ese día ni el siguiente, mi madre se encargó de sacar mis cosas y me fui a vivir a un nuevo departamento. Solo recibí la llamada de mi madre cuando me dijo que Madison se había ido de la casa. Se que ella estaba sola y me dolía aún más dejarla a pesar de su engaño.

Porque mi corazón no te deja ir, Madison.

 

Veneno con MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora