MADISON
Mi cabeza daba algunas vueltas, la luz de la habitación me daba directo a la cara, la superficie donde estaba era blanda, pero el olor me hacía sentir incomoda. Ya no estaba en mi casa.
Intenté levantarme, pero mi cabeza me estaba matando así que me tomé un tiempo. Trataba abrir mis ojos haciendo que se acostumbre. Los recuerdos me pegaron de golpe.
Marcel, Harold, Liam...Vladimir, el agua, me beso.
Me incorpore nuevamente de golpe tratando de pensar en donde estaba, una habitación, no era tan amplia, pero tenía una ventana con barrotes algo gruesos y se veía el cielo totalmente oscuro. Camine abriendo el armario y el olor de la ropa me llego de golpe, era el cuarto de Vladimir.
Retrocedí y me senté en la cama de nuevo, tenía que pensar con claridad, mi hijo podría estar aquí, tenía que verlo.
El sonido de la puerta me saco de mis pensamientos.
— Muñequita, al fin despertaste — cerró la puerta.
— ¿Dónde estamos? — me levante de nuevo y trate de verme indiferente.
— En nuestra futura casa — su sonrisa me hacía sentir enferma.
Él no me diría nada sobre me hijo, lo sabía, tenía que aplicar alguna táctica para que abriera la boca.
— ¿Dónde está mi hijo? — Me acerque a él, si tenía que estar cerca de este maldito enfermo para ver a mi hijo, lo haría.
Sonrió y ahora él se acercó un poco más, mi cuerpo se estremeció. Él no era como Marcel, claro que no. Tomo mi rostro y me contuve de no quitar la cara.
— Veo que quieres algo que yo tengo — respiro cerca de mi boca — Yo también quiero algo de ti.
— Primero llévame con mi hijo — pedí en voz baja — por favor.
— Uff — suspiro y dejo un beso en mis labios — no sabes cuanto me pone que supliques.
Ok, tenía que aguantar todo el odio y el asco que sentía por él. Mi hijo estaba aquí, podía hacerlo, por él podía hacer cualquier cosa. Un parte de mi corazón sabía que Marcel nos salvara.
— Te llevare con tu hijo, pero debes portarte bien muñeca — solo asentí.
Abrió la puerta y empecé a grabarme el lugar, de algo tenía que servirme. Pasamos por varias puertas mientras que dos hombres nos seguían detrás. Una última puerta al final del pasillo, una chica salía de ahí. Vladimir le hizo una seña de que se vaya y abrió la puerta para mí.
La razón de mi vida estaba corriendo hacia mí.
— ¡MAMI! — mi hijo.
— Harold, mi pequeño — Lo abracé y sentí mis lagrimas salir.
Lo tenía entre mis brazos, lo sujete fuerte no queriendo que sea un sueño el tenerlo conmigo. Mi niño me daba besos por todo mi rostro tratando de limpiar mis lágrimas.
— No llores mami — susurró y limpio mis lagrimas — A papá no le gusta verte llorar.
— Lo se amor ¿estas bien? — toque su carita e iba palpando su pequeño cuerpecito.
— Bien mami, estaba aburrido, pero viniste — sonrió — Cumpliste tu promesa.
— Claro que si amor — tome sus manitos y le recordé — Aunque el mundo se acabe, tu vendrías conmigo y yo correría por ti.
— Promesa mami — Harold junto nuestros meñiques y sonrió.
— Promesa, mi pequeño príncipe.
Estuve con el todo el tiempo posible, Vladimir no se fue, solo se quedó observando desde la puerta que ahora estaba cerrada.
Harold me conto como lo trajeron y él quería verme, pero le dijeron que había estado de viaje, todo eso inventado por Vladimir. Su cuarto era uno bastante sencillo pero amplio. Su dinosaurio estaba acostado en la cama y me pidió que no me separe más de él.
— Mami podemos dormir junto a Dino — señalo la cama — Tengo sueño — bostezo.
— Claro amor, solo...
— No puedes — Vladimir me detuvo y rompió la burbuja.
— Solo déjame hacerlo dormir — me acerque a él, actuando — Por favor.
Soltó una risa y empezó a sobar mi cara. Repugnante.
— Mi querida Madison — Harold jalaba mi pantalón — Solo porque es increíble tenerte suplicando.
— Vendré por ti, en una hora — se fue cerrando la puerta con llave.
Cuando voltee Harold había caminado hasta la cama y me miraba serio con sus bracitos cruzados. Era como su padre, de eso no había duda. Me acerqué y me senté a su lado.
— ¿Por qué esa carita pequeño dinosaurio? — pregunte tocando su carita.
— Yo tengo mi papi — dijo serio — No quiero otro papi, mami — se acercó y subió encima mío.
— Mi pequeño príncipe, jamás cambiaria a tu padre — y eso era tan cierto que dolía.
— Quiero ver a papá — dijo entre sueños.
— Yo también amor, yo también.
Lo mecí por unos minutos más y ya sentía su respiración lenta y pausada. Se había dormido, como siempre, entre mis brazos. Me acerqué a la cama de nuevo, lo acosté y lo tape con las mantas.
Me dedique a mirar a mi hijo, había estado casi un mes sin él, un mes, todo por culpa del maniático de Vladimir. Tenía tanto rencor dentro de mí, aun así, debía ser fuerte y esperar a que nos encuentren, pero hasta entonces, nadie me separaría de mi hijo. Lo deje una vez, no dejare que se lo lleven de nuevo.
Solo espero que Marcel siga buscándonos.
No te rindas Marcy.
Nota: Capitulo nuevooo (Y con el orden correcto).🎉
Un reencuentro esperado pero no de esta manera, el pequeño Harold es una cosita llena de ternura y celos, igual que su padre. 💞
ESTÁS LEYENDO
Veneno con Miel
RandomMarcel y Madison. Amor, secretos, dolor, pasado. Un hijo en medio de todo el tormento. Descubre secretos del pasado junto a ellos. Secretos llenos de dolor. - Porque aunque el mundo se acabe, iré por ti.