Día 21

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Adam

Por fin en casa.

Me bajo del Jet y respiro el aire que choca contra la piel de mi cara y mi cabello. Cierro los ojos para disfrutar un poco más el momento.

Me reincoropo y camino a la camioneta negra que nos espera. Druke ya está adentro. Solamente faltó yo, porque mis maletas también ya están adentro.

Entro en la camioneta y pido algo de beber. Me alcanzan una copa de champagne.

- ¿Cuál es el motivo de celebración?- le pregunto al chico que me la pasa. Él sonríe y me dice:

- Fue lo que me dijo Lex que hiciera. Me dijo que cuando llegara al bunker lo entendería. - tiene una cara muy feliz. Creo que él sabe de qué se trata, pero no quiero dañarme la sorpresa. A lo mejor por fin agarraron a esas malditas. Casi que no.

Me empiezo a acomodar en mi puesto. Pero claro, el problema no es el asiento ni mi posición. Es este maldito traje. Esto de andar trajeado todo el día está colmando mi paciencia. Mi estilo es más casual, me permite andar como y donde quiera, pero no. Tenía que ir trajeado a todas esas reuniones porque a mis queridos socios les encanta la gente trajeada, y bueno, a mi me gusta encantarles. O más bien, me gusta su dinero.

Las alianzas de este viaje fueron fundamentales para el plan. Conquiste al príncipe de las Mafias, es decir claramente Paolo. Con eso conseguí el apoyo de la Mafia Italiana y Rusa al mismo tiempo.

Maté al líder Inglés. Esto hace que entre un nuevo líder que sea torpe y así las Mafias que me apoyan puedan aprovechar y hacerse más poderosas.

Hice nuevas alianzas con Narcotraficantes de América Central y del sur. El producto es mejor y los precios son más bajos. Sin contar que los gastos de transporte también son menores.

No planeo seguir con eso de la droga por mucho. Ya con socios que persigan mis causas, con suerte poco a poco dejaré de tener que conseguir dinero de esa manera.

Prendo mi celular y es curioso ver solamente tres chats esperando para que los responda: mi madre, Lex y uno desconocido.

Lex: No puedo esperar para que veas quiénes eran las curiosas...

A este chico le encanta meterle drama y suspenso a todo, pero bueno.

Mamá: Hijo hoy es lasagna, no vayas a comer en otra parte.

Me llamo los labios de solo imaginarme saboreandola. No es por nada pero la de ella es la mejor de todas. Le escribo una cara sonriente y un dedo arriba.

Borro la cara sonriente. Es demasiado.

Y ahora voy a por el número desconocido. Lo abro y veo:

Desconocido: Cuando veas quiénes son las que te estaban molestando, me agradecerás ponerles la trampa. Ya sabes quién soy.

Seguramente era Paolo desde un teléfono desechable. Con que él me había ayudado con esto. Vaya cosa.

No sé si es bueno o malo. No quiero que ande tan enterado de si mi grupo tiene o no problemas.

Bajo de la camioneta y ahí esta Lex con su cara de satisfacción y suficiencia. Idiota.

No debió permitir que ellas tan solo lo descubrieran, y ahora está regocijandose por no permitir que pasara a mayores.

- Adam, Adam, Adam- me dice y me palmea la espalda. Lo miro pero no le hago ninguna mueca, mi rostro se mantiene neutral. Aunque él sonríe lo suficiente para los dos.

- Voy a dejar mi equipaje y bajo a ver tu dichosa sorpresa- le digo y él asiente. Pero claro, él nunca se puede quedar sin decir nada.

- No te demores. Ya quiero ver tu cara cuando lo veas tú mismo- dice y se va hacía el arbusto.

El Diario de JuliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora