El humo del tabaco se había propagado por toda la habitación y las tres figuras aguardaban sentadas bajo la luz del fuego que las antorchas brindaban en la lluviosa noche. Se resguardaban bajo el techo de la habitación, y el fresco de la llovizna se colaba por las ventanas.
No era para nada igual a lo que se estaba acostumbrado en la nación del Sol, el eco que formaba la lluvia en la aldea Taiyo era un sonido más alargado y melodioso que hasta las leyendas contaban sobre su origen, claro que Naoko prefería la lluvia más sosegada que la tormentosa ya que la que en estos momentos estaba ocurriendo era la que más lo estremecía, lo hacía sentirse inquieto.
Estar encerrado lo impacientaba en sobremanera, le irritaba no ponerse en acción y dirigir a su gente hacía donde lo necesitaban ¿por qué tenía que estar aquí?, ¿Cuánto tiempo tenía que estar en esta aldea?, y aunque el estar en Konoha era con el propósito de poder realizar una alianza con los shinobis -algo que nunca había hecho su padre- también se encontraba aquí con el objetivo de cumplir con la obligación que le impusieron el consejo de ancianos y el mismo feudal; buscar a su prometida y llevársela a la aldea de Taiyo, pero ahora todo parecía tan fastidioso y cansado.
No podía negar que la idea de casarse le producía cierto desagrado, y juraba por lo más sagrado que cuando llegará al poder, haría desaparecer aquel absurdo decreto establecido por generaciones pasadas y aunque le costará sangre y varios desplantes lograría cambiar ciertas costumbres odiosas y sin sentido, como, por ejemplo; heredar el territorio y soberanía por el simple hecho de ser hijo del feudal. Simplemente, aquello no le encontraba sentido.
Y eso era otro punto de que hablar, tratar de descendientes era algo que no quería ni mencionar. Siempre había creído que sus antepasados tenían una cierta obsesión perversa con aquello, buscaban a una mujer de descendencia del Sol, alguien que solo pudiera procrear a otro individuo para que heredara el poder que los dioses les habían regalado por su "misericordia", -aunque esa bendición era más bien una maldición- con el objetivo de seguir siendo una tierra poderosa, sin embargo, parecía que aquellos dioses los estaban olvidando al parecer ninguna mujer de nacionalidad del Sol podía procrear a un hijo mas de tres meses en el vientre y lo peor de todo es que las pocas mujeres que quedaban solteras o se veían con preparadas para dar vida, estaban siendo secuestradas por invasores que no podían capturar.
Aquello fue uno de los objetivos por el cual acepto la propuesta que el consejo y su padre le exigían, necesitaba casarse, urgía que llegara al poder de alguna manera para poder salvar a su pueblo ya que la única manera en la que él pensó fue en hacer alianzas con países para proteger de alguna manera a su gente. Su padre nunca estuvo de acuerdo con aquello, ya que creía que el sistema samurai era lo bastante fuerte para vences al grupo de vándalos -como los llamaba su padre- que estaban a tacando las aldeas, sin embargo, para Naoko aquello no era lo correcto, era un enemigo bastante fuerte que ya estaba entrando al sistema que tanto su padre cuidaba, ya aquella raza de víboras se estaban instalando en las fuerzas samurái, de tal modo, no podía moverse con libertad.
Al casarse con aquella chica era la forma más segura de que su padre estuviera de acuerdo en su misión y aliarse con Konoha, sin embargo, definitivamente Naoko no permitiría que alguien con la misma sangre que él o el mismo poder se sentara a gobernar, esto sonaba bastante egoísta pero lo que la familia de su madre o los dioses -cualquiera de las dos opciones- le habían heredado, era suficiente como castigo que no deseaba pasarlo a otras generaciones, el Kowareta destruía las almas y mentes. Sin hijos esto es lo que se juró.
Con bastante calma miro a su padre que estaba sentado frente a él con un gesto solemne.
-Espero que tengas algo en mente Naoko-comentó sin una chispa de sensibilidad-y no me decepciones como siempre.
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Destinado a Amarte
FanfictionSakura sigue perdidamente enamorada de Sasuke, sin embargo, después de tres años, esperarlo se está volviendo cansado y al mismo tiempo decepcionante. ...Es tiempo de olvidar a Sasuke?