Vuelve a mí... el mar es tú recuerdo.. RUBIRENA

EPILOGO I

Esta historia es del reencuentro de dos almas gemelas que dejaron un amor inconcluso en el pasado, se buscan y se necesitan encontrar de nuevo, lo logran.

El inicio de esta historia se remonta a una zona costera al norte de Irlanda, hace un par de siglos atrás. Una chica rubia, delgada, de tez blanca que vivía en una casona junto a su madre y  sus dos tías, disfrutaba de cabalgar por los prados, horas de horas montando su caballo, amaba la sensación, la hacía sentir feliz y plena.

En un momento, en otro lugar físico, se inicia el encuentro de dos seres que se amaron, sus almas se conocieron y conectaron profundamente, juraron amor por siempre, juraron protegerse, juraron cuidarse, juraron estar juntos para siempre.

Ella lo espera, siempre lo espera, llora, sufre sentada en el borde de ese acantilado que en algún momento fue parte de su historia, en ese lugar cabalgaron, caminaron, rieron, comieron, bebieron, se amaron, se besaron, vieron el horizonte y a lo lejos su playa.

Esta playa fue su lugar preferido, en ese lugar se sentaban por horas, solo a observar, solo a escuchar, solo a amarse, solo a besarse, solo a acariciarse.

El viento en sus rostros, el ruido de las olas, el roce de su piel, nada mas necesitaban para su felicidad, en ese lugar él le dijo que volvería, que lo esperara, que quería vivir una vida con ella, que quería tener dos hijos. 

Se amaban, se miraban, solo al verse sus ojos conectaban con el universo y nada más importaba. 

Fue tanta la conexión que tuvieron esas almas, que se buscaron en otro tiempo, en otro momento, en otro lugar, en otros cuerpos. 

Rubí y Maca fueron las elegidas para la nueva reunión, para el nuevo encuentro, para la nueva conexión de estas almas.

Desde el primero encuentro sus almas conectaron, ellas no lo entendieron, pero siempre lo sintieron, se conocían, tenían el recuerdo del amor eterno.

Sus sueños, sus sueños eran sus recuerdos.

El amor que se reencuentra y se reconoce, la mirada, el roce de los dedos, el roce del cuerpo, una sensación única, plena, completa, que solo se da en el encuentro y la conexión con el universo, la conexión con un todo, por siempre y para siempre.

Él se va a la guerra, no retorna jamás, ella queda eternamente a la espera de su amado, lo que nunca sucede.  

Sufrimiento eterno en el borde de ese acantilado.

Su recuerdo de amor es esa playa, a la que ella decide no retornar hasta encontrarlo, por lo que nunca vuelve a ella.

Otro momento, otro lugar, otro futuro... Rubí reconoce un sentimiento, un lugar, un recuerdo perdido, el amor eterno que vuelve a ella, esta vez para siempre.

Rubí sin saber ni entender porque, se entrega a su sentimiento, espera a Maca, la encuentra, emprenden el camino del amor, se acompañan, la cuida en su enfermedad, decide formar una familia con ella, ambas deciden ser madres, compartir su infinito amor con sus hijos, se complementan, son felices, una felicidad que pocos logran tener, ellas la tienen y la comparten con sus hijos, sus seres queridos y con todos quienes las rodean, su amor es luz, su amor es mágico.