Capítulo 16: Un nuevo amanecer

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La suela de la zapatilla pisó con fuerza el charco elevando las gotas. La respiración aumentaba en un intento por obtener mayor oxígeno y, sin embargo, sus zancadas se hacían cada vez más rápidas. Los latidos de su corazón eran vertiginosos, pero él no se detenía y entonces, Bakugo frenó en seco.

El sudor resbalaba desde su cabello por su cuello, todo su rostro estaba empapado. Se encorvó apoyando las palmas de sus manos sobre sus rodillas y trató de recuperar el aliento. Todavía estaba amaneciendo y es que había salido a correr demasiado pronto. Izuku ni siquiera se había despertado.

Bakugo se incorporó y miró los alrededores. El parque estaba precioso a estas horas y con esa tonalidad anaranjada, pero lo que más amaba en ese momento y ese lugar era la tranquilidad que emanaba. Nadie transitaba el parque a esas horas y eso le hacía desear salir tan temprano a hacer su ejercicio diario.

Hoy, además, había un segundo motivo mayor todavía: quería salir de esa casa. ¡Se había acostado con Izuku! Y no sólo eso, le había llegado a decir que le amaba. Cabía la posibilidad de que quizá, Izuku pensase que lo soñó o incluso obviase esa información, pero pensar en que lo escuchó le llenaba de vergüenza. Él nunca había sido un chico romántico o que se caracterizase por mostrar sus sentimientos. Ahora no sabía cómo mirar a Deku a la cara tras lo de anoche.

Se acercó a la fuente cercana y pulsando el botón del grifo, metió la cabeza bajo el agua fría. Necesitaba sacarse esos pensamientos de la cabeza. Por una parte, estaba tan feliz de haber tenido la posibilidad de estar con Izuku esa noche, pero por otro lado, pensaba en cómo debía sentirse él. Siempre creyó que le odiaba y le repugnaba estar cerca tras todo lo que le hizo. ¿Qué vería ahora cuando le mirase por primera vez tras esa noche? ¿Vergüenza, miedo u odio? No estaba seguro y esa idea le aterraba.

Al sacar la cabeza de debajo del grifo, trató de relajarse. El sol ya empezaba a salir sobre las copas de los árboles. Deku despertaría en breve y por más que prefiriera no regresar a la casa por no ver su rostro de decepción por lo de anoche, no tenía más remedio que hacerlo. Conociendo las cualidades culinarias de Izuku... ¡Ese nerd se moriría de hambre si él no estaba allí para preparar el desayuno!

Descansó tan sólo unos segundos y salió corriendo de nuevo hacia la casa. Esta vez, no puso tanto empeño en correr y bajó el ritmo hasta uno que pudiera mantener con naturalidad durante más tiempo.

Corrió en dirección a casa sin detenerse y sin cesar sus pensamientos sobre qué ocurriría cuando el nerd se levantase y volvieran a cruzar sus miradas. Seguramente, de los mil casos que pensaba, ninguno se cumpliría, pero no podía dejar de pensar en las diversas situaciones que podría llegar a vivir en escasos minutos.

En cuanto vio el jardín delantero, redujo el ritmo hasta caminar. Miró un segundo hacia la casa de su vecino que hoy no había salido a correr y luego, se desvió al porche de su propia casa para entrar a la vivienda. Su caminar se detuvo súbitamente al encontrarse su mirada con la de Deku. Estaba sentado en los peldaños de acceso al porche y parecía estar esperándole.

— Has salido pronto a correr hoy, más de lo habitual quiero decir – corrigió con la última frase al darse cuenta de que de por sí, Bakugo solía marcharse temprano a hacer su ejercicio matutino.

— Sí. No podía dormir más. Voy a preparar algo de desayunar.

¡Evitaba el tema! Cabizbajo, Deku esperó a que su compañero subiera los peldaños y entrase en la vivienda. Deseaba hablar con él sobre lo sucedido. Izuku desvió la mirada a la tirita que su compañero le puso en el corte que se hizo en la mano. Aquel beso empezó por ese corte y sin darse cuenta, pese a que trataron de evitar hablar del tema, acabaron aquella noche en esa situación que ahora... Bakugo no quería aclarar.

Redescubriendo el amor (Boku no hero: Baku-Deku-Baku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora