Capítulo 5: Una visita inesperada

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Sentado en el sillón, con el portátil sobre sus muslos, Bakugo buscaba un futón barato entre las cientos de páginas. No quería decirle nada a Deku, pero la verdad era que le molestaba un poco que tuviera que dormir en el sofá.

Los pasos de Deku se escuchaban por la cocina, lo cual tranquilizaba a Bakugo. Él estaba ocupado con algo, así que tenía tiempo de mirar las cosas sin que él se enterase, sin embargo, al escuchar los pasos acercarse, bajó la tapa del portátil con rapidez y tomó el mando de la televisión.

— Te he traído un té – sonrió Deku a su espalda.

Bakugo ladeó la cabeza hacia atrás y elevó la mirada por encima del respaldo hasta poder ver sus ojos verdes. Tenía una taza en cada mano y el humo salía por encima de ambas mostrando que estaban calientes.

— Gracias – susurró Bakugo antes de elevar una mano y tomar la taza. ¡Ardía! Pero no se quejó. En cuanto Deku soltó el asa de la taza, la agarró él para evitar quemarse.

Dejó el vaso encima de la mesa del salón frente a él y observó a Deku tomar asiento en el sofá. Su frente estaba tomando un color ligeramente morado, seguramente por el golpe pese a que le había puesto hielo lo antes posible. Quizá era tarde con lo que habían tardado en la tienda. Bakugo resopló. Hacía tanto tiempo que no pasaba nada semejante entre ellos y ahora, sentía como si hubieran vuelto a la época antes de la academia.

— ¿Te... duele? – susurró nuevamente. Realmente le costaba decir esas palabras aunque estaba preocupado por él.

— Un poco. Pero no te preocupes, siempre he tenido la cabeza muy dura – sonrió Deku. Se notaba que intentaba quitar hierro al asunto –. Ha sido un accidente. No hay problema.

— No volverá a pasar. Te lo prometo. Y te bajaré una manta y una almohada para esta noche.

— Gracias – sonrió Izuku.

Izuku se fijó en su compañero. Volvía a abrir la tapa del portátil y miraba algo. Quizá estaba trabajando. No le importaba demasiado lo que hiciera, aunque por algún motivo, no podía apartar sus ojos de él. Se le veía relajado, pero a la vez, también notaba cierta preocupación. Intentar hablar de ello con Bakugo sería imposible.

— Oye, Kacchan... mañana es lunes y, bueno, en esta misión de infiltración y vigilancia, no hemos dicho que somos héroes, así que, ¿en qué se supone que trabajas? No me dejaste ver tu ficha.

— Mecánico – dijo sin más –. En el taller de la empresa donde trabaja nuestro vecino. Voy a arreglar los coches de la empresa, los que usan para repartos y esas cosas.

— ¿Sabes de mecánica?

Conocía a Bakugo Katsuki desde hacía tantos años y nunca supo que se le dieran bien las máquinas o los coches. Sí sentía cierta pasión por los coches, pero... no esperaba que supiera arreglarlos.

— Algo. Se me da mejor que todo lo demás que me ofrecía la agencia de héroes. Intentaron meterme de repartidor de correos.

Por algún motivo, Izuku imaginó a Bakugo repartiendo el periódico por las mañanas o el correo. Con su mal carácter, estaba seguro de que lanzaría algún periódico contra más de una cabeza, o rompería algún cristal, incluso patearía a los perros. El rostro de Izuku se puso blanco ante esa imagen de Bakugo gritando a medio vecindario y lanzando periódicos como proyectiles. ¡Sí! Era una mala idea que hubiera trabajado en eso.

— Ey, atolondrado, no te imagines cosas raras – le lanzó el mando de la televisión directo a la cara al ver cómo Izuku se imaginaba la profesión. Por suerte, Izuku puso sus manos delante del rostro y atrapó el mando antes de que le golpease. Sonrió.

Redescubriendo el amor (Boku no hero: Baku-Deku-Baku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora