Capítulo 10: Mensajes en la cena.

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La calle estaba desierta cuando Izuku regresaba del instituto donde impartía sus clases. Los alumnos se habían marchado a las tres, pero él se había tenido que quedar hasta las cinco para terminar de organizar tarea y corregir trabajos. El trabajo de un profesor no terminaba a la misma hora que la de los alumnos.

Agotado intelectualmente como estaba, agradecía que el tiempo nublado y el viento frío que corría hubiera conseguido resguardar a la gente. Lo que menos le apetecía en ese instante era detenerse a hablar con vecinos.

Sacó las llaves de su bolsillo y cuando fue a meterla en la cerradura, su corazón se aceleró. Estaba preocupado por si Bakugo había vuelto a dejar las llaves puestas detrás, pero entonces, recordó que le había dado la llave del garaje. Por otra parte, ¿le encontraría allí? Desde que dormía en la misma cama que él, no podía obviar esa sensación de calidez en su pecho. Nunca imaginó que llegaría un día donde le gustaría estar tan cerca de él. Hasta la fecha, tan sólo había perseguido a ese chico, le había admirado y trataba de alcanzarle, pero jamás llegó a imaginar que quizá un día... le alcanzaría.

Estar en esa misión con él le había hecho darse cuenta de cuánto le echaba de menos. Su infancia no había sido nada buena, todavía recordaba los golpes de Bakugo, cómo practicaba sus explosiones con él y, sobre todo, cómo destrozaba su libreta donde apuntaba sus estrategias y quirks de otros héroes. Aun así, desde la academia, su actitud había cambiado ligeramente.

A veces, sólo a veces, Bakugo bajaba un poco su coraza y le permitía ver al chico preocupado y tierno que en realidad podía ser y pocas veces mostraba. Sin lugar a dudas, ese chico le gustaba. Los insultos de Bakugo... lo que antes él siempre consideró como algo dañino, hoy lo veía como una muestra de afecto. Si Bakugo dejase de llamarle Deku, o inútil, nerd o cualquier otra de esas cosas, entonces se preocuparía.

Cuando quiso darse cuenta, Izuku estaba sonriendo con la llave metida en la cerradura. ¡Era tan estúpido pensar en algo así! Bakugo, el genio de mal carácter, jamás le vería como algo más que un nerd inútil. Creer que él podría fijarse en un inútil era una estupidez. Si últimamente había dado signos de cierta ternura, como cuando le pasó la bolsa de guisantes congelados tras el golpe o por haberle dejado compartir la cama... sólo era por cierta culpabilidad. Izuku estaba convencido de ello.

La llave giró sin ningún problema y un suspiro de alivio se escapó de sus labios. Bakugo no se había olvidado esta vez de quitar las llaves de detrás de la puerta.

Izuku entró sin ningún problema. Ninguna luz estaba encendida, pero todavía se veía bien la sala gracias a la luz que entraba por las ventanas. Pronto oscurecería, pero no era algo que importase a Izuku. Estaba tan cansado que sólo deseaba cenar algo, darse una ducha y descansar.

Al dejar las cosas sobre uno de los sillones, observó a Bakugo tumbado en el sofá. Dormía plácidamente con un cojín entre sus brazos, abrazándolo con fuerza como si no quisiera perderlo. Izuku se acercó para ver que se trataba del cojín con el que él había dormido durante los primeros días que estuvo allí.

Con suavidad y casi de puntillas, se aproximó al sofá y se agachó frente a Bakugo. El flequillo del rubio caía sobre su rostro. Tan agresivo que parecía despierto y, sin embargo, cuando dormía era muy diferente. Apacible y sereno. Cuando no fruncía el ceño era realmente atractivo.

Izuku se sentó en el suelo con la espalda apoyada contra los asientos del sofá y miró el rostro de su compañero. Cuando Bakugo estaba tranquilo era increíble. Le hacía sonreír como un idiota.

— ¿Por qué terminamos así, Kacchan? – preguntó Izuku en un susurro nostálgico. Añoraba a su amigo, a su mejor amigo, aquel con quien jugaba siempre antes de que todo se torciese. ¿Cuándo se torció su amistad? ¿Fue cuando Kacchan consiguió su quirk y él se quedó atrás? ¿Le negó su amistad porque no era digno de ella al no tener un quirk? No estaba seguro.

Redescubriendo el amor (Boku no hero: Baku-Deku-Baku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora