Los mil avernos

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Cuando al nacer alguien fija tu destino, solo tienes dos opciones: seguir ciegamente el camino marcado y recibir esos azotes con la entereza de la que dispongas, o revelarte y tomar la primera salida que se te presente.

Mi elección, acertada o no, fue la segunda. Mi deseo de libertad era demasiado fuerte para continuar como el corderito que se esperaba que fuera, y en cuanto tuve la oportunidad me revelé contra mi mundo y me alejé de él. No fue fácil, no fue el camino sencillo, pero hoy por hoy no me arrepiento de lo que hice. En los Circulantes encontré una familia y un hogar como nunca había soñado, me enseñaron que el mundo no tiene por qué ser una prisión.

Se esperaba tanto de mí… la presión a la que me sometían era tan grande, y yo no era más que una niña asustada que demandaba un poco de cariño. Esta realidad no dista tanto de lo que soy ahora, sigo teniendo miedo, y más ahora que me encuentro justo en las puertas de mi infierno personal, uno de los miles de avernos que existen en este mundo.

Juré que nunca volvería y aquí estoy: más fuerte de lo que fui entonces, más débil de lo que me sentiré nunca. La hija pródiga vuelve al redil…

 

Soleys, oveja descarriada.


 

La Sombra de MiradhurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora