Nueve.

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-Significa que usted tiene VIH, pero aún no podemos hablar de SIDA, ya que no encontramos ninguna infección oportunista o enfermedad derivada por culpa del VIH

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-Significa que usted tiene VIH, pero aún no podemos hablar de SIDA, ya que no encontramos ninguna infección oportunista o enfermedad derivada por culpa del VIH.

     Apretó los ojos con fuerza para soportar el dolor, no del cuerpo sino del alma, un dolor aún peor porque ni la más potente medicina puede calmar aquella sensación.
     No, aún no le decían que tenía SIDA, pero Marinette se había quitado la venda, algo ella definitivamente no estaba bien. Se sentía totalmente cansada, como si su cuerpo no quisiera responder a cosa alguna, eso era consecuencia del calmante que le habían administrado.

     En su cabeza había una venda que le cubría el sector donde se había golpeado más duramente, parte de su frente que había sangrado un poco también. Exhaló con el cuerpo temblando y los ojos llenos de lágrimas, un suspiro que sonó a sufrimiento, desesperanza y mucha angustia.

     Cuando alzó la vista hacia la puerta, notó a Luka observarla con pena. Era valioso el hecho de que se acercara a la cama y la abrazara fuertemente sin saber qué estaba sucediendo con ella realmente.
     En aquel momento, Marinette estalló en un llanto desesperado, aterrada por la idea de que su sangre era contagiosa y asquerosa como un veneno.

     El peliazul repasaba una y mil veces sus manos por la espalda de la débil ojizarca, era como si con aquello aumentaran sus lágrimas y quejidos profundos. Pensar que tenía la idea de volver a casa y llamar a Zoé para contarle que la causa de sus mareos no era nada grave. No, ahora si volvía al departamento sería con la idea fija de la muerte persiguiéndola.

-Fui una imbécil, le entregué mi cuerpo a un hombre enfermo y pagué las consecuencias de mi ridícula creencia en el amor -dijo para sí, sin que el otro la escuchase.

-No llores más por favor, no más -le sostenía el rostro entre sus manos mientras Marinette seguía llorando con muchas fuerzas-. ¿Tienes ánimos de conversar lo que pasa? -pero ella parecía no escucharlo, sus quejidos aumentaban cada vez más, se acurrucaba en la única fuente de consuelo que tenía en esos momentos.

-Soy una maldita, eso soy -prácticamente enterraba los dedos en su espalda, era como si todas las emociones negativas fueran a estallar dentro de ella y Marinette Dupain-Cheng desapareciera. Si el infierno existía, para ella era este.

     De pronto, Marinette comenzó a marearse fuertemente otra vez, recostándose sobre la cama y teniendo en su cuerpo incontrolables espasmos, temblaba sin poder evitarlo. Alarmado y con un nudo en la garganta, Luka buscó a un doctor que pudiese atenderla.
     Qué lindo, ¿no? Apenas la conocía y estaba allí para prestarle ayuda como si se conocieran de años. 

     La azabache miraba el techo mientras lágrimas corrían por su rostro, el cuerpo le temblaba completamente de pies a cabeza, y sus manos se aferraban a la colcha de la cama del hospital. El muchacho encontró a un doctor de pie revisando una ficha.

Bitter Sweet Symphony || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora