Treinta y tres.

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Miércoles 1 de diciembre, 2021

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Miércoles 1 de diciembre, 2021.

     Rápidamente llenó el vaso con agua fría. Llevó a sus labios aquella píldora amarillenta que desde hace dos días estaba tomando bajo la supervisión del médico que la había tratado. Poco a poco asumía lo que tenía, consideraba que lo mejor era estar preparándose para lo que serían el final de sus días, cuando la morfina fuese su mejor amiga o no fuese capaz de hacer las cosas básicas que todo ser humano hace.
     ¿Resignación? Tal vez esa era la palabra correcta, pues sabía bien que no podía luchar contra algo que no tenía cura, ni menos tomar una radio o quimioterapia para acabar con el glioblastoma en su cerebro, pasaría sus últimos días de una manera en la que no podría disfrutar ni un mínimo porcentaje.

     Y era en este momento, en el que tragaba sus pastillas, que pensaba que desperdició mucho tiempo de su vida haciendo cosas que no la llevaron a nada. Las personas que había conocido en los últimos meses eran el soporte emocional para sobrellevar esto de la mejor manera posible. Y sonrió, dejó el vaso sobre el mueble y miró al cielo que se apreciaba por la ventana de la sala de estar.
     Sonrió al recordar a sus amigos o a Lila, mas su rostro se transformó con la tristeza al recordar a Adrien, en la forma en la miraba o abrazaba. No podía negar lo innegable y aquello la atormentaba. Miedo, angustia y rabia, todo aquello le provocaba ese nuevo sentimiento.

-¿Estás pensando en ese muchacho que vi en el supermercado? -Marinette de inmediato volteó la cara a su abuela que entraba en la cocina-. No te creas que por tener setenta soy ciega -la ojizarca rió, abrazando a la mujer de costado.

-Me acuerdo que antes eras, uh, tal vez un poco conservadora -y por las pocas charlas en el pasado, Marinette a los quince años no tenía mucho conocimiento del tema sexual ni los preservativos, por ese motivo también se dejó guiar más allá por Theo-. Tú no querías a Theo, ¿por qué ahora me molestas con alguien que es sólo mi amigo y que además se nota que es mayor que yo? -Mei sostuvo una caja de cereal.

-Porque Theo irradiaba algo negativo, y no te creas, antes de ayer ese muchacho te miraba con algo, un no sé qué, y tú también a él. Realmente si son unos años la edad no importa, el amor no distingue de esas cosas, además tú ya eres mayor de edad. Quien te haga feliz me hará feliz a mí, y él tiene algo especial, no creo que esos cachetitos sonrojados sean por otra cosa.

     La azabache negó en silencio. Exacto, esos cachetitos sonrojados eran producto de la vergüenza, o de lo que le provocaba el simple contacto de sus labios con la mejilla de aquel hombre. Mei era inteligente, tanto, que le daba miedo que descubriera lo del SIDA.
     La mujer preparó leche caliente, dos platos llenos de cereal de chocolate, las cucharas, tostadas y jugo de melón. Es cierto que el desayuno es la comida más importante del día, quería nutrir a su nieta de la mejor manera posible.

-Cariño, quiero hacerte una pregunta y quiero que me respondas con la verdad -masticando el cereal, la aludida asintió con temor-. Yo sé que eres una muchacha ya grande, dueña de tu vida, pero -miró el reloj-. ¿No se supone que a esta hora deberías ir a la Universidad? -Marinette la miró pensando en la excusa perfecta.

Bitter Sweet Symphony || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora