Al otro día.
Cuando dejó de besarlo, repasó su mano por la cabellera del muchacho que se apoyaba en la puerta. Que ayer la hubiese llamado para poder contarle lo que lo afligía, le hacía sentir que la atracción física podía pasar a ser otro tipo de cosa. No, no podía negar que la única noche de sexo había sido maravillosa, pero si se daba la oportunidad para algo más sentimental, estaría dispuesta.
Sabía que algo atormentaba al ojiverde y ese motivo era Marinette. No le molestaba que él no quisiera decirle exactamente qué pasaba, porque tenía conocimiento de los protocolos que siguen muchos médicos, y uno de esos era la privacidad del paciente.
Claramente no era algo bueno, sino Agreste no estaría con la barbilla temblando o la voz quebradiza de a momentos.Lila le susurró que cualquier problema que tuviese, ella estaba a tan sólo una llamada de distancia. Había quedado fascinada cuando conoció a Emilie y Gabriel, sus padres, que paseaban con el pequeño Auggie por la ciudad y como estaban cerca de la cafetería pensaron en encontrarse allí.
Notó que eran las 8.00 y se dieron otro pequeño beso para despedirse, la italiana tenía que ir al trabajo mientras el ojiverde debía ir a buscar a la azabache, además de que no tenía la personalidad para que uno de los padres de éste la viese cariñosa con su hijo..
¿Por qué cuando una más desea estar acostada en la cama no se puede? Aquella pregunta se hacía Marinette mientras se acurrucaba contra la almohada y las sábanas, de fondo alguien tocaba la puerta de su departamento. Primero levantó un párpado como si pesase una tonelada, luego el otro mientras bostezaba y con lamento recordaba que en los últimos tres meses se sentía demasiado cansada, incluso habiendo dormido la horas correspondientes. ¿Qué sacaba con negarlo? El VIH era el culpable y esperaba que no fuese otra cosa más.
Al levantarse sintió un dolor tan fuerte de cabeza que necesitó sentarse en el borde de la cama mientras alguien seguía tocando la puerta. Había respondido a las llamadas de Zoé y Luka para decirles que no iba a ir a clases, no porque su ánimo se lo impidiese, sino porque había accedido a ir al médico.
Cuando pasaron unos minutos y sintió que había vuelto a la normalidad, con los pies casi arrastrando caminó hacia la entrada. Debía ser cautelosa porque sabía bien que podía ser Sabine. Se asustó, sí, y no precisamente porque fuera él, sino porque un extraño dolor de estómago le dio al comprobar quién era.
Abrió lentamente la puerta mientras Adrien exhalaba todo el aire contenido por el nerviosismo.-Pensé que te había pasado algo porque no abrías la puerta -rápidamente su instinto primitivo le pidió a gritos bajar la vista y notar el particular pijama que llevaba puesto.
-Uhm -ella bajó la vista para mirarse a sí misma y ver su pijama corto de seda roja-, me iré a cambiar, puedes pasar a la sala de estar -sonrojada a más no poder, corrió hacia la habitación mientras Adrien aún se quedaba parado como idiota. ¿Qué había sido eso? Bueno, al parecer se le olvidaba que también se había quedado cual idiota en su cumpleaños al contemplar a la muchacha con su particular disfraz.
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Bitter Sweet Symphony || Adrinette AU
FanfictionCuando tenía quince años, creía fielmente en el amor. Creía en la fidelidad de un hombre. Le atribuía todo lo bueno que un príncipe azul pudiese poseer, sin saber que ese hombre de príncipe no tenía nada. Él le prometió el cielo y la tierra, la luna...