Veinticuatro.

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     Su pálido rostro, su voz, que de vez en cuando sonaba cansada, no podía creer que ella estuviese tan enferma, pero no por eso creía que lo hubiera inventado todo

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     Su pálido rostro, su voz, que de vez en cuando sonaba cansada, no podía creer que ella estuviese tan enferma, pero no por eso creía que lo hubiera inventado todo. Se notaba físicamente distinta, y estuvo con ella cuando le diagnosticaron VIH positivo. Todo estaba pasando demasiado rápido, y decir que se iba a morir por culpa de un infeliz glioblastoma.
     Operar a una persona con SIDA tiene demasiados riesgos. ¿Qué pasa si, a pesar de esterilizar todo, se filtra alguna bacteria patógena en las incisiones? Podría morirse.

     La abrazó fuertemente, dándose cuenta de que a pesar de que tenía poco tiempo de conocerla, le había tomado mucho cariño.
     Ahora comprendía la depresión que tenía, enterarte de que no sobrevivirás es algo muy fuerte y muchas personas se mueren sin aceptar la realidad que les tocó, aunque claro, Marinette no eligió contagiarse de SIDA, fue todo culpa de un imbécil a sus quince años.

     ¿Y cómo actuar ahora? ¿Cómo hablarle? Si la trataba con más cuidado y delicadeza se sentiría diferente. Deseaba haber estado allí cuando se había cortado los brazos para no permitir que aquello siguiera pasando. Y ahora había tomado la decisión de no seguir estudiando, porque le haría gastar dinero a su abuela, dinero que podría utilizar para algo más. Una decisión sabia tal vez, ¿pero a qué se dedicaría en todo este tiempo?

-Me lo hubieras dicho antes, sabes que a pesar del poco tiempo somos amigos -mencionó en voz baja el peliazul. Estaban sentados sobre el suelo, la azabache temblaba.

-Es que aún no puedo creer que tenga eso -susurró junto con la angustia atascada en su garganta-. No puedo creer que me voy a morir... -levantó el rostro para mirarlo a la cara-. Todos los días trato de aceptar esto, pero simplemente no puedo, duermo poco e intento no cometer una locura, como tirarme del balcón y tonterías de ese tipo -Luka gimió aterrado.

-No, no pienses en eso, tienes cosas maravillosas para entregarle a las personas, porque al quitarte la vida, no sólo te vas tú, sino todas las personas que te aman. Es difícil, pero eres valiente para tomar las armas y luchar contra el SIDA -le temblaban las manos, no podía creer lo que pasaba con la ojizarca-. Tal vez te hayan acortado la vida, pero es mucho más valiente vivir lo que queda al máximo que lanzarte de un lugar alto, ponerte un arma en la cabeza o cortarte las muñecas.

     Esto era lo que faltaba en su vida, sentir el amor de las personas a su lado, especialmente de los amigos que había formado en tan poco tiempo. Sólo atinó a abrazarlo fuertemente mientras percibía el impacto de la noticia en Luka.
     Ahora debía tener las agallas para contarle a Zoé, porque ya no revelaría a nadie más esto que la estaba matando, su abuela no podría soportarlo, mucho menos con Sabine que había vuelto a dar problemas. La próxima semana les comunicaría a las porristas que dejaría el grupo y tramitaría los papeles para cancelar sus estudios de una vez por todas.

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Sábado 6 de noviembre, 2021.

     Apretó con muchas fuerzas a su madre en un abrazo reconfortante. Era una pena que ya se tuvieran que ir. Emilie apretó la mejilla de su hijo, diciéndole que cada día estaba más guapo y que Lila habría sido una ciega si no se hubiera fijado en él.
     Habían hablado del porqué de su mentira. La explicación que le dio fue que, como madre, intuía que no se sentía bien desde hace tiempo, que seguramente se había quedado dormido y que necesitaba el descanso. ¿Intuición? Las madres todo lo saben, todo lo intuyen y en el fondo agradecía que lo hubiera hecho, porque se vería bastante mal que hubiese contado la verdad: 'Oh, sí, me quedé dormido abrazado de una paciente menor que yo en su casa, cuando fui a atenderla sin registrar visita domiciliaria'.

Bitter Sweet Symphony || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora