ROBIN

Gótica

Ciudad Gótica

La bio-nave aterrizó sin que nadie en la ciudad se diera cuenta, justo como el murciélago les había pedido/ordenado. El grupo de chicos bajo asegurándose de que no hubiera nadie en los alrededores, pero el lugar, una clase de bosque artificial de algún millonario, estaba desierto.

—Síganme —ordenó la profunda voz de Batman, los héroes dieron un brinco en su lugar ante la repentina aparición salida de ninguna parte. Miraban a todos lados hasta que la sombra de uno de los árboles cercanos se convirtió en la inconfundible silueta del caballero de Gótica.

¿Siempre tiene que hacer entradas tan dramáticas? —preguntó Conner irritado. —en eso se parecen. La respuesta del menor fue ignorar a su amigo con una sonrisa burlona y seguir a sus emocionados compañeros.

No tardaron mucho en llegar a lo que parecía la entrada de una cueva seguido de una bajada bastante pronunciada y repleta de escaleras.
—¿La misión es terminar el recorrido en una pieza? —bromeó el velocista —a este paso mi glucosa...
—No lo digas KF, ya lo sabemos. —interrumpió el petirrojo arrojándole una golosina.
—No soy un perro sabes —murmuró molesto el pecoso al tiempo que le daba un bocado a la pequeña barra de chocolate.
A su alrededor una serie de luces se encendía, dejando ver decenas (quizá cientos) de artefactos extraños, trajes y vehículos, todos tenían algo en común, estaban pintados en negro.
—¡Noooooo! —gritó alto el pelirrojo sin reparar en la mirada de molestia que le dedicó el dueño del lugar, desapareciendo en un borrón amarillo que recorría cada centímetro de la cueva.
LA BATICUEVA.

—Díganle a su amigo que no toque nada —gruño el murciélago con molestia, ante su orden el Atlante no dudo en arrastrar a su compañero junto a los demás y mantenerlo quieto con ayuda de Megan.

—Ahora, está será su misión —empezó a decir el mayor, acaparando de inmediato la atención de todos los presentes. —Un robo se realizó ayer en el banco oeste de la ciudad, el perpetrador debió dejar pistas sobre el que será su siguiente objetivo, deben encontrarlas todas, averiguar dónde y cuándo será el siguiente robo y luego reportarme a mí. No tiene autorización para nada más. ¿Está claro?

Cinco chicos asintieron en un gesto afirmativo, pero el par de clones no estaba muy convencido.

—¿No nos dirás quién es este perpetrador amigo tuyo? —dijo el acróbata dudoso.
—¿Qué te hace pensar que conozco la identidad del sospechoso?
—Bueno, es un poco obvio —contestó restándole importancia e insistiendo al murciélago, —¿en verdad no piensas decirnos?
 —No es relevante para la misión.
—Claro, solo investigar y reportar ¿no? Porque las cosas siempre salen como lo planeado y no es necesario conocer la identidad del tipo-loco-que-quiere-hacernos-picadillo en turno.

Los iris oscuros de Batman chocaron con el intenso azul del petirrojo antes de desviar la mirada y fijarla en alguna roca en las paredes de la cueva.

¿Acabas de ganarle un duelo de miradas a Batman? —bromeó su compañero. La verdad es que todos estaban un poco impresionados.
Creo que si.

—No es relevante para la misión. —repitió con el mismo tono neutra para darles la espalda y salir por una puerta que se abrió de la nada y se cerró detrás de él. Un suspiro de cansancio abandonó los labios de Dick quien mantenía su atención en el lugar por el que había desaparecido el mayor.

—¿Nos vamos? —preguntó su compañero al tiempo en que le despeinaba los rizos azabaches juguetonamente. Supongo que si.

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Esperaron varias horas a que anocheciera (lo que fue un martirio, porque un velocista aburrido es el infierno mismo para sus acompañantes). Una vez el cielo fue totalmente negro y sin estrellas la bio-nave voló hasta colocarse sobre el techo de cristal del banco.