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Sabanas y fantasmas

Como vimos anteriormente, el Roberto había obligado al James, al Dave y a Lars a ir a buscar leña junto con un grupo de niños bien castrosos. A Dave se le había atorado la mano en la caca de vaca que se secaba poco a poco, pero ese no es el punto, el punto es que ya tenían que irse o si no se los iban a madrear por putos. 

—¡¡JAMES AYUDAMEEEEEEEEEE!!! —gritó Dave así bien desesperado. No podía sacar la mano del bulto de caca y el olor le iba a quedar impregnado por el resto del año. 

—No, no hablo con zorras —respondió James. Aún estaba enojado con el Deiv por decir que le había metido un putazo en la jeta. 

—¡Que ya se vayan por la leña, pendejos! —los regañó el Roberto. Ya todos tenían hambre, pero como los pendejos no se iban, no podían comer en paz. O sea, no se iban a comer su comida to'a fría. 

—Ta weno, nos vamos. —así fue como emprendieron su viaje a las profundidades del bosque, en donde seguro se iban a perder, pero bueno, a nadie le importa. 

(...)

—Y esa es la historia del ratamandril. —contó Dave a los niños, que lo miraban con pena ajena. ¿Qué le pasaba por la cabeza al Deiv? ¿acaso estaba pendejo?. 

—¿Qué chingados es eso? —preguntó Lars que se tomaba una coca de 600 que quien sabe de donde había sacado, del fundillo yo creo. 

—Pues el ratamandril. —respondió Dave con obviedad. 

La historia del ratamandril era inventada con el único propósito de hacer que los niños castrosos cerraran el hocico por un rato, pero al parecer le había dado más miedo a Dave que a ellos. James continuaba indignado. La historia de Dave estaba tan pendejo que no se la creía ni tu abuela. 

—Laaaarssss —lo llamó Dave. El danés ni caso el hizo—. Pinche Lars, dame coca cola. 

—No, chinga tu madre. —Lars se tomó el contenido sobrante de un solo trago con la única intensión de no darle a Dave. Pinche Lars sí era bien ojete. 

Así continuaron buscando la leña. Y mientras ellos arriesgaban su vida en medio del bosque, los demás miembros del campamento armaban las casas de campaña así bien felices de la vida. 

—¡¡¡CLIFF AYUDAME, NO PUEDO SALIIIIIIIIIIIIIR!!! —gritó Kirk en un intento por salir de la lonas que conformaban su casa de campaña. El muy pendejo no había puesto bien las varillas y estas se habían soltado haciendo que el guitarrista quedara atrapado. 

Pero Cliff estaba muy ocupado armando un porro como para atender a los pedidos de ayuda de Kirk. Igualmente, Robert si lo ayudó por que era su deber cuidar de los pendejos que tenía como compañeros. 

—NO MAMES, CASI MUERO AHÍ ADENTRO —se quejó Kirk sobresaltado, aferrándose a Robert. 

—Solo tenías que levantar la lona, puñetas —le respondió Robert. Los metallica no podían ser más pendejos. 

—Calla, tú no sabes lo que se sintió. —dijo Kirk bien indignado. Casi moría ahogado en una casa de campaña y el Robert lo insultaba.

—Puedo verlo en tu cara fue difícil, dejó un mal sabor en tu boca. —habló el Cliff, ignorando el hecho de que había dejado morir a su compañero de banda. Como respuesta Kirk le enseñó el dedo de en medio y le tiró el porro que tanto trabajo le había costado armar—. Pinche Kirk, por eso Dave no te quiere, por ojete. Ojalá no lo hubieran sacado, pero bueh, me vale pingas. 

Metallica y Megadeth, la historia de una rivalidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora