Capítulo 26

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Bien entrada la mañana, todo el que estaba en ese lugar, seguía durmiendo plácidamente. Menos tres chicas, que se habían quedado toda la noche haciendo un maratón del "programa" de la castaña. Les acompañaba un, cómo no, fastidiado Shigaraki, recargando su cabeza en el apoyabrazos y mirando resignado la televisión.

-Joder estoy harto de esto. Quita ya esa mierda.- El hombre se levantó y se dirigió hacia la televisión, alzando su brazo hacia el objeto.

-Oi, oi, oi, oi. Espera, espera.- Akira se acercó a él con un semblante serio, poniendo su mano sobre el hombro ajeno.- Como sigas con esa actitud, te voy a partir las dos piernas, con cuidado de que no te queden secuelas, por supuesto. Aunque por un tiempo te costaría mear.

-Entendí esa referencia.- Dijo Demon, acomodándose en el sofá.

-Sería un fastidio, pero al menos no os veré la cara por un tiempo.

-No seas así Shigaraki-kun, te echaríamos de menos.- Una Toga sonriente se unió a la conversación, apoyándose en la pelinegra de su lado, soltando ambas una risotada.

-Si no te apartas te ahorco aquí mismo.- Por debajo de su "máscara" se asomaba una sonrisa algo macabra. Si sus ojos no estuvieran cubiertos por aquella mano seguramente se vería el brillo entusiasta que los decoraba, como si de un niño se tratase.

-No sabía que te gustaban esas cosas, Shigaraki-kun. Qué pillín eres, aha ha.- Contestó la castaña, poniendo su mano sobre su mentón y mordiéndose el labio, haciendo alusión a esa mueca que había estado tan de moda en internet, a la vez que le retaba con la mirada.

Mientras aquellos dos discutían de una manera algo, especial, Diego entró a la sala con una bolsita de galletas en mano.

-¿Y estos?- Se acercó a las chicas sentadas en el sofá y les ofreció el paquete, mirando a aquel par con una expresión de indiferencia.

-Nada, ahora mismo terminan.- Habló Toga, antes de coger un puñado de galletas y lanzar una mirada cómplice a la chica que yacía a su lado.

-Correcto. Ven aquí, amigo mío.- El chico hizo caso a su compañera, aunque con algo de desconfianza. Una vez estuvo donde su amiga quería, esta se levantó, le arrebató la comida, le dio la vuelta y le empujó con fuerza a la pareja que seguía discutiendo.

-Con ese culo te invito a cagar en mi casa.

-¿Puedes decir algo con sentido? Y ya estoy en tu casa, pedazo de imbécil. Te voy a cambiar las extremidades de sit-

Y antes de que el pobre Shigaraki pudiera terminar su linda frase, un Diego apareció entre ambos, apoyándose en el peliazul para no perder el equilibrio.

Más concretamente, en la mano que tapaba su rostro.

Por supuesto, dicha acción no salió bien, y tanto el castaño como la mano del villano cayeron al suelo. Un jadeo de sorpresa colectivo se escuchó, y algunas risillas provenientes de las chicas del sofá. Diego seguía en el suelo, frotando su brazo por el mal aterrizaje. Shigaraki y Lia, por su parte, estaban estáticos, hasta que el hombre salió a paso lento de la sala con una mirada vacía.

Hawks y el Ying YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora