I. Duda.

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Se nota todo borroso y como si las cosas se movieran aun estando sentado en ese sillón incómodo.

Voltea a todos lados y pareciera que vive dentro de una película que va lento, incluso el sonido se escucha distorsionado.

Se siente bien en ese estado, se ríe solo y solo se concentra en no caer. Bebe de esa botella para que pueda olvidar todos sus problemas y fantasmas del pasado.

Nota cómo cae un cuerpo a su lado y le tira la botella. Mira entristecido la bebida derramada y empuja a la persona que cayó inconsciente hacia el otro lado, cayendo sobre una chica totalmente dormida.

Mira al chico pelirrojo y a la chica azabache dormir con profundidad, gracias al producto de su borrachera.

Se levanta para buscar más alcohol y saciar esa necesidad de olvidar hasta su propio nombre. Estando cerca de la mesa, escucha la música, siendo una canción alegre.

Con movimientos torpes se mueve, creyendo qué está al son del ritmo. Aun con todo el alcohol en el organismo, nota que se acerca el alfa que le gusta. Puede notar ese aroma de otoño a kilómetros y esa sonrisa que lo derrite hace que acelere su ritmo cardíaco.

Hablan por unos momentos y se pierde al ver sus labios. Se atreve a dar un paso y besarlo, agradeciendo que está a la altura perfecta. El alfa lo recibe, dejándose llevar por el calor del beso y el alcohol.

El azabache intenta quitarle la chamarra del alfa, índice de que quiere ir más allá de un beso, cosa que el chico acepta y lo conduce a una de las habitaciones de la casa, al fin que el anfitrión no le dirá nada.

Una vez estando en la habitación, continúan besándose, cada vez con más lujuria, respiraciones rápidas y las manos qué se cuelan por debajo de la ropa. Está vez deja que el azabache le quite esa chamarra y la playera. Le gusta lo que ve y desea que esos brazos lo mantengan cerca.

El azabache empuja al rubio hacia la cama para quedar sobre su regazo. El alfa de ojos bicolor decide retirarle la ropa y siente como una deliciosa corriente recorrer su cuerpo al ver la sensualidad del azabache, sobre todo cuando decide desatar su cabello.

Se relame los labios y jala al omega para besarlo, concentrándose justamente en su cuello. Un jadeo del azabache altera por completo al alfa y gira para tenerlo a su merced.

Verlo ahí con las mejillas rojas, el rostro más bello que se podría ver y la sensualidad de su cuerpo lo vuelve loco. Su piel suave es perfecta para besarla y sentir su calidez.

Sintiendo la excitación, decide desabrochar el pantalón del omega y retirarlo por completo para tenerlo desnudo.

—Es mi primera vez, así que... sé gentil —pide el omega.

Pareciera que se encendió un interruptor en el rubio y acepta la petición de tomar al omega en esos momentos. Al entrar de una estocada, El omega lo envuelve con sus piernas, como si no quisiera que se escape.

Los besos y las caricias son tan placenteras qué no siente la necesidad de acelerar el proceso. El aroma del omega se intensifica en esa habitación, embriagando por completo al alfa para atraparlo.

—Tomioka —susurra el rubio mientras se deja caer sobre su pecho para abrazarlo y aumentar más el vaivén.

Fusionados en ese abrazo pueden sentir su corazón palpitar con fuerza, mirándose a los ojos como si fuera su persona favorita, disfrutando esa conexión qué no sabían que tienen.

—Kyojuro... —se atreve a susurrar su nombre. Hace la cabeza hacia atrás al sentir como va nudando el alfa dentro de él.

—Eres hermoso, Giyuu —la voz ronca del alfa eriza la piel.

Made Me This WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora