XI. Abrázame.

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Aunque se siente ligeramente libre tras salir de casa, aún siente miedo y culpa por dejar a su hermana en ese lugar. No puede visitarla en donde vive porque ese hombre puede hacerle algo a ambos.

Pero por fortuna, ambos logran verse aunque sea unos minutos detrás de un callejón cerca de donde trabaja.

En cuanto Tsutako mira a su hermano llegar, no duda en abrazarlo. Las lágrimas de Giyuu no se detienen, ya extrañaba los brazos de su hermana.

Tsutako muere de ternura al ver que el vientre de Giyuu es más grande que la última vez.

—Te ves adorable —dice ella al tomar su rostro con ambas manos—. Tu pancita ha crecido mucho.

Giyuu nota en las muñecas de su hermana algunos moretones, como si la hubieran amarrado con algo muy justo o lastimara.

—Hermana, tus muñecas

—Oh, no es nada. El otro día me caí, no puse mal las manos bien y me torcí las muñecas —dice ella con nerviosismo.

Giyuu sabe que eso no es verdad y que su hermana se da cuenta que no se traga de esa mentira. Ese hombre continúa agrediéndola. También nota que tiene unas ojeras espantosas y ligeramente baja de su peso.

—¿Estás comiendo, Tsutako? —pregunta Giyuu preocupado.

—Si, no te preocupes. Cuéntame cómo te va con los bebés. ¿Estás comiendo bien? ¿Tienes tus libros escolares? ¿Necesitas vitaminas para los bebés? Ten este poco de dinero qué guardé para ti —la joven saca unos cuantos billetes enrollados del mandil qué tiene.

—Tu lo necesitas más. Estoy trabajando y me va bien. El papá de mis bebés está llevándome comida y compra lo que necesito para el embarazo —Giyuu rechaza el dinero.

—Tomalo, sé que al menos puedo ayudarte.

Los ojos de Giyuu vuelven a derramar lágrimas, Tsutako lo abraza, envolviéndolo para que el menor se desahogue. Está muy sensible y no quiere separarse de ella.

—Guardaré este dinero junto con el que he ahorrado para conseguir un departamento y que te vengas a vivir conmigo. No quiero que sigas ahí —dice Giyuu.

Tsutako solo lo besa en la frente. El pequeño tiempo que se dan, termina y deben separarse de nuevo. A Giyuu le cuesta trabajo, pero sabe que la verá dentro de una semana.

Volviendo al departamento, se recarga sobre la puerta y deja que las emociones fluyan, como las lágrimas qué resbalan en sus ojos.

—¿Giyuu? —se acerca Tanjiro.

—Estoy bien —se lleva las manos para limpiar las lágrimas.

—No, no lo estás —Tanjiro toma su mano y lo lleva al sillón para que se siente—. Giyuu...

—Vi a mi hermana y la noté diferente. Ese hombre continúa haciéndole daño, ¡es desesperante qué no pueda ayudarla! —se lleva las manos a su rostro y comienza a llorar más.

Tanjiro le da unas palmadas en su espalda, pero se da cuenta que está empeorando y no sabe qué hacer. Lo lleva a su habitación, tratando de que se calme, pero no deja de llorar.

Habla con su novia para que le dé algunas ideas y pueda calmarse, pero nada de lo que le aconseja le ayuda. Entonces se le ocurre ir más allá, llamando a Rengoku para que vaya de inmediato.

Al momento que llega el rubio, Giyuu está en su cama en posición fetal, aún sintiéndose demasiado mal.

—No sé con quién acudir. Sabito no estaba disponible y pensé en que tu... —Tanjiro se pone nervioso.

Made Me This WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora