II. Pesadillas.

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Siempre en esa fecha tiene ese mismo sueño, en el que trata de decirles a sus padres qué no salgan y mejor se queden en casa con él.

Esa tormenta pasará al día siguiente y no importará festejar su cumpleaños un día después. Pero solo se queda observando desde la ventana como sus padres abordan un carro y se marchan de su casa, para nunca más volver a verlos.

Intenta siempre cambiar el curso de las cosas, deteniendo a sus padres. Pero siendo un sueño, no puede controlar más allá de ese terrible recuerdo. Siempre pasa lo mismo.

Escucha el teléfono sonar y aunque no quiere contestar, seguirá sonando hasta que lo descuelgue para escuchar el lamentable accidente de sus padres.

Siente cómo todo se vuelve tan real, el momento en que su corazón se quebró al escuchar esa noticia. Esperar a Tsutako en esa fría sala del hospital y la última imagen de sus padres sin vida totalmente guardada en su memoria, todo eso lo ha dejado marcado.

Desearía que no hubiera sido así.

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—¡Feliz cumpleaños!

Con trabajos, abre los ojos y se encuentra con su hermana. Aun sin poder ver bien, nota que en sus manos tiene un pequeño pastel de chocolate.

—¿Es hoy? —pregunta mientras se talla los ojos.

—Si, es hoy —Tsutako besa su frente—. Me encantaría darte algo, pero ya sabes... Kenji me pide cuentas.

—Está bien, tenerte cerca es un regalo para mi. Aunque sabes que dejé de festejar mis cumpleaños desde...

—Lo sé y no quiero que ese amargo recuerdo no me permita festejar el cumpleaños de mi adorado hermano.

—Dejé de festejar hace nueve años, Tsutako —Giyuu hace una mueca mientras toma el pastelillo—. Pero agradezco este gesto.

Su hermana lo mira con tristeza, entiende el dolor que siente cuando llega el 8 de febrero. Besa su frente y decide dejarlo en su habitación solo. Giyuu mira el pastelito y decide comerlo, sintiendo como su estómago se revuelve por completo, más intenta mantener el alimento en su organismo porque no quiere despreciar el pequeño regaño de su hermana.

Se viste para ir a la escuela, pues claro que no debe perder ninguna y no desea estar en la casa de ese hombre. Se abriga lo suficiente y va a la escuela.

Durante el día recibe felicitaciones de todos sus conocidos y amigos, incluso Rengoku le envía un mensaje simple. A todos contesta con un gracias.

—Hoy es el día —sonríe Tanjiro dejándole una bolsa en su lugar—. Es un panini, de los que te gustan.

—Muchas gracias —contesta Giyuu al tomarlo—. Con las náuseas no puedo desayunar bien en casa y el olor qué expide el esposo de mi hermana cuando está borracho es lo peor.

—Te entiendo, ¿Ya fuiste con un doctor? —pregunta Tanjiro tomando lugar a lado de su compañero.

—Aún no, es demasiado caro y apenas junto con los trabajos escolares algo de dinero.

—Si necesitas, yo puedo...

—No, haces mucho con alimentarme todos los días.

—En ese caso, dile a Rengoku que...

—No se lo diré, no recuerda nada de ese sábado y me han visto con Sabito.

Tanjiro solo suspira con profundidad. Le gustaría meterse en ese asunto, pero lo más seguro es que su novia termine regañándolo.

Made Me This WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora