XIV. Me gustas.

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No entiende cómo terminó en esto y es que aceptó ir a casa de los Rengoku. Se dejó llevar por el deseo de conocer más de Kyojuro, pero a pesar de que su hermanito le prometió cocinarle algo rico, aún siente el miedo de ser rechazado por ellos y no cumplir con sus expectativas.

Ha visto a Shinjuro como entrenador y aun a su propio hijo le exige demasiado. A la señora Rengoku solo la vio en las ocasiones que tenían torneos y siempre mostraba el rostro serio.

Sumando a esos problemas, no encuentra alguna prenda que le pueda quedar bien y no parecer una carpa de circo por lo grande que es. Ha conseguido ropa maternal para omegas, pantalones que sean cómodos y demás cosas, pero es desesperante ver como su barriga crece y va dejando ropa. Pareciera que tiene más de 25 semanas cuando apenas llega a la semana 18 y eso que la doctora Kanae asegura que sus bebés son un poco más pequeños que el promedio.

Encuentra una playera larga y un suéter para acompañar, aunque escoge esta última prenda para poder ocultar su embarazo y morir de calor en el intento. Colocarse los zapatos se está volviendo una tarea muy difícil, busca la manera de colocarlos sin tener que aplastar a sus bebés en el intento.

Terminando de vestirse, escucha que tocan la puerta de su habitación. Con un bajo "adelante", se abre y entra Tanjiro.

—Hasta que por fin irás a casa de tus suegros —dice mientras se recarga en el marco de la puerta.

—Quisiera decirles que no iré porque me siento mal, pero Kyojuro me mandó mensajes sobre lo emocionado qué está su hermanito. Desde la mañana está cocinando cosas deliciosas y bueno... —voltea a ver a Tanjiro—. Habrá daikon de salmón.

Tanjiro ríe y se acerca a Giyuu para darle una palmada de ánimo.

—Quizá no sea mala idea ir y presentarte con sus padres. Seguramente habrá algo positivo en esa visita —comenta el beta con una sonrisa.

—Eso mismo trato de pensar. Iré a lavar mis dientes, Kyojuro no tarda en venir por mi —contesta Giyuu.

Se acerca al espejo del baño y mientras se cepilla los dientes, mira con detenimiento su cabello. Cree que no debería llevarlo como acostumbra, toma el cepillo y empieza a acomodarlo. Primero se hace media cola como lo hace su pareja, pero siente que morirá de calor. La misma coleta la alza, siendo que su cabello no toca su espalda. Se siente más fresco de esa forma y cree que puede ir así.

En ese momento tocan la puerta y escucha que Tanjiro la abre, reconociendo a Kyojuro por su voz alta. Esboza una sonrisa y decide ir a recibirlo.

El alfa se queda totalmente asombrado por ver a Giyuu, ese peinado le queda muy bien. Se acerca para tomarlo de sus hombros y mirar fijamente a sus ojos color azul.

—¡Me encanta como te ves! ¡Tus ojos lucen más! —enseguida lo envuelve en sus brazos.

—¿Entonces te gusta?

—¡Si! —Kyojuro se separa y acomoda uno de los mechones que cae sobre el rostro del otro detrás de su oreja.

Giyuu sonríe de agradecimiento, logrando cautivar más al alfa.

—Compré un pastel, no quería ir con las manos vacías.

—No tenías que, pero te lo agradezco.

Se despiden de Tanjiro y abandonan la casa. Se sorprende al ver el carro estacionado, es otro modelo de años anteriores y a pesar de eso, se ve muy conservado.

—Me ayudaron mis padres a comprarlo, me aportaron un poco para que deje de robar el carro de papá —contesta Rengoku al ver las preguntas en el rostro de su pareja mientras arranca el carro.

Made Me This WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora