XXIII. Una esperanza.

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No hay palabras para explicar esos sentimientos que invaden a ambos. No hay forma de decir el dolor que sienten al saber que no volverán a ver a su bebé después de ese día.

Sin poder manejar, es Shinjuro quien los lleva al hospital y aunque desean no separarse de Enjuro, lo dejan al cuidado de sus tíos. Ruka va con ellos para apoyarlos en cualquier trámite que necesiten hacer y no tengan cabeza para leer.

Escuchan a la doctora, pero están tan cerrados a la idea de perder a su pequeño Suijuro que no prestan atención a su alrededor, solo ellos y su bebé. Se mantienen cerca, tomados de la mano, estando en silencio tratando de entender cada palabra.

Giyuu entiende los términos médicos que explican, pero Kyojuro no, por lo que volver a escuchar como les dicen que su bebé no va a sobrevivir le parte el alma. En esos momentos desea el omega levantarse del lugar y comenzar a arrojar cualquier cosa que se encuentre a su alcance.

Aunque no estén enlazados, Kyojuro puede sentir todo lo que Giyuu siente y comparte el mismo deseo. Les comparten una hoja en la que ambos padres deben firmar como consentimiento que a su bebé se le retirará el respirador y cualquier ayuda vital que lo mantenga vivo.

Les cuesta trabajo firmar esa hoja, pero cada minuto que pierdan no podrán convivir con su pequeño.

—No puedo hacerlo —solloza Giyuu.

—Tampoco yo, me cuesta trabajo pensar que nuestro pequeño ha estado sufriendo estos días —susurra Kyojuro.

Una vez firmado los papeles, ambos chicos tratan de calmarse y siguen a la doctora Kanae hacia los cuneros neonatales. Lo ven conectado a las máquinas, dependiendo de ello para continuar con vida.

Nuevamente les explican lo que pasará en el momento que decidan desconectar a su bebé del respirador, dándoles de una hora a dos tenerlo con ellos en vida.

Giyuu se hace el fuerte para no romper a llorar mientras retiran todo aparato que conecta de su bebé, para después sacarlo del cunero y entregárselo en sus brazos. Puede sentir el cuerpo de su bebé por primera vez, el calor y el peso. Siente cómo se sofoca su garganta mientras ve como el pechito se eleva con rapidez, mostrando lo difícil que es para él respirar.

Les ofrecen una habitación sola, en la que solo estarán ellos con su pequeño bebé y un residente cerca para esperar la hora en que el bebé decida marcharse.

—Hola Suijuro —lo saluda con voz rota.

No puede decir más, siente que su garganta se sofoca mucho. Kyojuro se acerca para acariciar con suavidad su cabecita.

—Eres muy valiente, un pollito que es fuerte hasta el final —susurra el alfa—. No te preocupes, tu hermano va a estar bien y nosotros también. Estarás en nuestros corazones y recordaremos que hasta el final tu corazón estuvo encendido.

Esas palabras rompen más a Giyuu, besa su frente y acomoda el gorrito que le han colocado para mantenerlo en su temperatura.

—Te amamos mucho, Suijuro —dice con la voz rota el omega—. Aunque no lo dije desde que supe que esperaba a dos maravillosos hijos, en realidad siempre me preocupé por ustedes. Quería que tuvieran algo mejor que lo que yo les podía ofrecer en ese momento. Hice todo lo posible para que estuvieras bien, sentía como te movías en mi y cada vez que lo hacías, llenabas mi corazón... Suijuro...

El omega lo pega a su pecho y como forma de consuelo, usa sus feromonas para que su pequeño cachorro pueda sentirse protegido. Kyojuro recarga su cabeza sobre el hombro de Giyuu, acariciando la cabecita de su pequeño.

No hacen más que llorar en silencio, escuchando solo la respiración de su pequeño, deseando que ese momento pueda prolongarse más, que no sea el único recuerdo de su pequeño en vida, si no más.

Made Me This WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora