IX. El llamado del corazón.

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Por supuesto que para Kyojuro una respuesta negativa de Giyuu, no es un impedimento para que continúe buscándolo.

En las mañanas siempre lo encuentra para darle un delicioso licuado y un desayuno rico para el chico. Giyuu no lo desprecia porque su apetito es enorme, aunque sigue creyendo que no merece que tenga esa atención por parte del alfa.

El otro día al salir del departamento para ir a la tienda, se encuentra con Kyojuro y paga lo que el azabache había agarrado. También recibe detalles para el bebé, como ropa o algunos peluches con tal de convencer a Giyuu en que no dé en adopción al bebé.

Sabito también se encarga de alejarlo y pedirle que no se acerque a SU omega, cosa que no han regresado ellos dos. Senjuro lo anima cuando llega a casa bajoneado, dándole ideas para alegrar el día a Giyuu.

—¡Basta, Rengoku! —le pide Giyuu antes de que entre al departamento—. ¡No quiero que te involucres más conmigo! ¡No merezco tus detalles ni tus regalos! ¡Tampoco este bebé merece a alguien como yo para ser su mamá!

—Entonces déjame cuidar de él , quiero hacerlo y también quiero cuidarte.

Los ojos de Giyuu se vuelven llorosos al escuchar eso. Se ha sentido muy sensible últimamente y no sabe manejar sus emociones. Kyojuro se alarma y se acerca a él para abrazarlo, pero el otro da un paso hacía atrás.

—Tomioka...

—No, no sigas —solloza.

Antes de que pudiera decir algo, Giyuu entra al hogar y cierra la puerta para que no lo siga el alfa. Kyojuro no quiere rendirse porque siente que puede lograrlo, pero no sabe cómo llegar a su corazón sin conocerlo bien.

Se da la media vuelta para irse, pero escucha que abren la puerta y enseguida se voltea con una sonrisa esperando que sea Giyuu el que esté ahí. Para su decepción, es Tanjiro Kamado, el compañero de cuartos.

—Rengoku, ven por favor —pide de manera amable.

Kyojuro acepta entrar, sintiendo que Tanjiro lo va a regañar por ser insistente con Giyuu y hostigarlo.

El chico Kamado le ofrece una taza de café y unas galletas mientras toman asiento en la sala. Kyojuro reconoce la habitación de Giyuu por el aroma.

—Sé que Giyuu es muy difícil en algunas ocasiones, pero perseguirlo por toda la escuela no lo ayudará —comienza hablar el beta mientras toma asiento—. No es que sea malo, solo que él no sabe cómo lidiarlo.

—¿Lidiarlo? ¿A qué te refieres? —inquiere el alfa.

Tanjiro mira hacia la habitación de Giyuu, esperando que no los escuche. Luego suspira con profundidad.

—Poco saben que Giyuu vivió con su hermana y el esposo de ella. Pero solo Sabito y yo conocemos el infierno qué vivió ahí —comienza a hablar el chico—. Giyuu perdió a sus papás cuando apenas tenía trece años y su único familiar era su hermana, pero ella por presión para sacar adelante a su hermano se casó con un hombre que prometió ayudarlos. Por desgracia no es así, ese hombre se dedicó en decirle lo poca cosa que es, que no sirve para nada, lo llegó a golpear en repetidas ocasiones y todo fue peor cuando se enteró qué Giyuu es un omega.

—No me digas que él llegó a abusar de Tomioka —Kyojuro se sorprende mucho.

—Creo que no lo hizo, o eso me ha dicho, ya que todo el tiempo estaba en la escuela o se escondía en la biblioteca. Pero ese hombre destrozó el amor a sí mismo. Giyuu cree que no merece que lo cuiden, ni lo mimen, ni mucho menos que se sienta amado —continúa Tanjiro con una mirada triste—. Una ocasión lo lleve a casa de mis padres para que se distrajera y cuando mi mamá le acarició la cabeza él se soltó a llorar.

Made Me This WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora