III. Mentiras

1.2K 194 74
                                    

Sabiendo que tarde o temprano su embarazo se empezará a notar, no sabe cómo lidiar con ese problema.

Si tan solo tuviera el dinero para ir a una clínica y terminar con el problema, sería demasiado fácil para él.

Mira a su novio, quien está sentado frente a él mirando un menú desde su celular para pedir algo de comer.

Podría usarlo y fingir qué es su hijo, sería demasiado retorcido y cruel, pero si siente que no hay otra salida sería lo mejor.

—¿Todo bien? —pregunta el pelirrojo alzando la mirada, notando que en los ojos de su pareja hay mucha preocupación.

—Si, todo bien. Solo que no sé si te dije que pidieras mi hamburguesa sin mostaza —miente el azabache.

Si le dice al chico pelirrojo qué está en espera de un hijo suyo, por supuesto que tomará la iniciativa y el papel como padre. Sabito es demasiado responsable y no podría hacer a un lado a Giyuu.

Solo debe buscar la ocasión perfecta y que sea cuanto antes.

Las hamburguesas llegan, poniendo pausa a la película para recibirlas. En el momento que el repartidor se las da a Sabito, Giyuu se marea demasiado, todo su estómago se revuelve.

Trata de respirar onda y no ceder a esas náuseas, pero en el momento que el beta le da su porción, Giyuu se va directo al cuarto de baño a vomitar.

—¿Giyuu? ¿Qué está ocurriendo?

Escucha a su novio estar detrás de él, levantando el cabello qué le cae de frente. Si quiere ejecutar ese plan, debe hacerlo cuanto antes.

—Perdóname, no quiero preocuparte de más —se queja Giyuu mientras se limpia el rostro con el paño qué le está extendiendo Sabito.

—Llevas días así, ¿qué ha pasado?

—Gastritis.

Sabito suspira y envuelve a Giyuu por la cintura. El omega siente algo de remordimiento por ocultar la verdad.

Giyuu no come la hamburguesa, solo toma un té qué le ha dado el chico pelirrojo.

Esa noche de sábado, viendo que es muy tarde, Sabito invita a Giyuu a pasarla con él en el departamento qué comparte con otro compañero. Al menos no tendría que estar en casa escuchando los gritos de ese hombre.

Sabito lleva a Giyuu a su habitación para que descanse, ya que se ve totalmente pálido después de lo que pasó.

—¿Necesitas algo? —pregunta el chico.

—Solo necesito estar recostado y me gustaría que estés conmigo —dice el omega.

El pelirrojo sonríe y se recuesta a su lado para abrazarlo. Giyuu se aferra a su pecho, mientras qué sus pensamientos lo van atormentando en esos momentos.

Podría ser ese momento en que pueda acostarse con su novio y decirle que esperan un hijo, pero podría ser contraproducente. Los genes del padre son demasiados llamativos, toda una insignia en los miembros de la familia. Si su hijo saliera igual que su padre, no podría ni verle el rostro a Sabito por haberle engañado.

Simplemente no puede hacer algo así.

También planea cómo anunciar su retiro en el club de kendo.

No se ha presentado a las clases de kendo, siempre tomando como pretexto qué sus tareas lo están abrumando, pero llegará el momento en que notarán su error en el vientre.

—Para las vacaciones he pensado que podríamos ir a acampar —dice Sabito.

—Sabes que no tengo dinero —contesta el azabache sin mirar—. Y las vacaciones las aprovecho para trabajar en un trabajo esporádico para tener dinero.

Made Me This WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora