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Juntos.

Qué bonita palabra, ¿no? A la escritora de esta novela le gusta mucho esa palabra.

Esta es una palabra que consta de dos sílabas, las dos están juntas. Forman una sola palabra.

Una palabra, formada por sílabas, formadas por consonantes y vocales, que están en el alfabeto.

Juntos. Dos personas, formadas por dos vidas diferentes, una vida distinta a la otra, que viven en un planeta.

Qué bonito es cuando las personas pueden estar juntas, siendo libres, como una pareja de recién casados.

Se casan juntos, vivirán juntos, juntos, harán el amor juntos, se besarán a lo desgraciado juntos, comerán juntos. Harán todo juntos, los dos. Sin nadie más.

Algo que Kim Taehyung anhela.

Pero cuando eres hombre, y te das cuenta que te estás enamorado del otro hombre con el que duermes al lado solo como unos buenos amigos y que vives en 1820, donde solo puedes tener una vida así como esa de esta manera: casándose con la doncella más bella del pueblo en la temporada y que sea de familia rica, haber nacido de familia rica, o robando.

Mierda Kim, que camino más difícil te has buscado.

Cuando él tenía 17 años, tenía un amigo. El típico "mala influencia" no le agradaba en lo más mínimo a su madre. Cosa que era extraño.

Johan, era un chico muy, pero muy atractivo. Cabello rojo, ojos avellana, y muchas pero muchas pecas por su tez blanca. Johan Hernistway. Venía de Inglaterra, según Tae: un británico encantador.

Ambos se conocieron en un parque. Pasaron mucho tiempo juntos, pero un día, en que Tae ya había cumplido los 18 años, y Johan tenía ya 18 y medio, este decidió ir con Tae a un lugar especial.

-Bienvenido al Bar de la felicidad - habló Johan guiando a Tae por el pasillo de este.

-¿De verdad se llama así? Que nombre más idiota- soltó Tae de la nada. Johan bufó, y entraron a una habitación.

Era oscura y al fondo se podía observar un escenario con una persona en él. Había candiles por doquier iluminando el lugar.

Y ahí, Tae supo por qué su madre temía de Johan.

Se podían observar las mesas y personas que estaban ahí, aún con luces. Siempre se mantenía un ambiente oscuro y mágicamente acogedor. Unas cuantas personas saludaron a Johan cuando avanzaban hacia una mesa que Johan había reservado para ambos.

-La semana pasada cumpliste 18, una edad prudente para venir a un bar- le habló Johan. Haciendo que Tae lo observara. Él estaba encantado mirando todo el lugar.

Tae se sorprendió cuando observó a dos bellas mujeres. Una con piel más café que la otra. Ella baja, la otra alta, la más alta topó contra una pared, mientras que la otra le tomaba con una mano en la cintura, y la otra manteniendo arriba las manos de la más alta. Ambas besándose.

-Creo que no te importa eso- rompió el hielo otra vez Johan.

-N-no, claro que no, no, se me hace, se me hace bonito.

-¿Por qué?- preguntó he hizo una señal al mesero, para que este trajera una ronda de cerveza.

-No sé. Me parece romántico que ambas- apoyó su mano la mesa, y el mentón en su palma de la mano para poder observar mejor - que ambas corran el riesgo, el riesgo que conlleva que se amen de esa manera.

-Me alegra que no te moleste, y que pienses así.

-No me toca de otra. Solo aceptar a la gente como son- las bebidas llegaron.

El chico del tren [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora