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Ha pasado una semana desde que jungkook regresó junto a Tae a su casa.

Podría decir que por el lado de Tae todo le etsaba yendo de maravilla. Ming, padre de jungkook, cada vez más y más asombrado con el talento del muchacho, yoongi un poco celoso al respecto.

En el trabajo de Tae, no solo se ocupa de tocar el piano, si no que también ayuda en otras cosas más. Que por ellas le pagan un dinero extra por esas cosas.

Una de esas fue que Ming observó que Tae tenía una muy buena mano para las plantas. Así que también era jardinero.

Con la leche que ordeñan las criadas en la mañana. Tae puede hacer quesos y crema. También ayuda en eso.

Le da de comer a las gallinas, caballos y vacas, y también es corralero.

Tae es de todo ahí. Y de lo wue entró a trabajar inicialmente es lo wue menos hace. También pasar araganeando  con jungkook.

Noches resumidas fe Tae y jungkook: hacer nada.

Si hacían cosas más que hablar, pero habalr de puras tonterías. Realmente no tenían algo específico de que hablar.

Por el lado de Jungkook, todo va de mal a peor.

El día siguiente wue el regresó a su casa, su padre llevó un sastre a la casa, le hizo elegir un traje a jungkook. Jungkook aún enojado por lo de la noche anterior, le dijo que si tantas ganas tenía, que el escogiera el traje.

Siendo así. Sería un traje que ni el mismo jungkook sabía cómo era.

Tuvo que acompañar a Amelia a buscar la tela para el vestdio de Odette, él con cero ganas. Y peor aún. Queda aún un año para la supuesta boda ¿para que preocuparse tanto? Queda un año, no un mes.

—Dios santo— dijo jungkook para el mismo. Viendo el precio de las telas que iba escogiendo Amelia. Ese era un precio por yarda, y Amelia llevaba yardas y yardas de esta tela, como si fuera para hacer unos tres vestidos más.

—Lo sé jungkook, son muchas telas, pero en mi defensa, quiero que sea una noche inolvidable, por eso ella tendrá las mejores telas para hacer los mejores vestidos.

—¿Vestidos?

—Serán tres, o cuatro, luego vemos eso— soltó una risita y fue junto a jungkook a ka caja y dejó las telas, jungkook dejó la demás telas.

Dos mil quinientas monedas.

Con dos mil monedas jungkook puede recorer una vez más Alemania, ey ¿y si lo hace? Pero ahora de que Tae y jungkook viajen en el tren como pasajeros, no.como pasajero y trabajador, solo pasajeros.

Jungkook sacudió su cabeza para esfumar esa idea. Ahorrar. Ahorrar, era la única forma que le queda a jungkook para poder hacer eso.

Ahora se venía algo que le revolvía mucho más el estómago a jungkook. Amelia fue a la parte de telas para sacos.

Amelia veía la cara de Jungkook, le iba a preguntar el color de la tela, al ver su cara de querer irse de ahí, no le preguntó nada, solo tomó la tela y ver cual color le queda mejor con si piel. Un rojo vino le queda hermoso, que hace un contraste con su piel.

Salieron de la tienda, y se toparon con un Tae apurado que iba con muchas cosas de comida, jungkook rápidamente le pasó las bolsas de telas a Amelia y ayudó con las de Tae.

—Ve con él, yo tengo que ir a dejar esto al sastre, lleguen antes de almuerzo— dijo Amelia despidiéndose de los dos, alejándose de ellos y ellos ahí sin saber como reaccionar.

—Se nota ¿amable? No sé, así no parecía cuando la conocí sentada en el comedor— habló Tae, y ambos empezaron a andar. Ahora Tae no sólo era el pianista, si no que un mandadero también de Ming.

El chico del tren [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora