Capítulo 2.

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Salí de casa asegurándome de llevar mis llaves, celular y dinero, cerré la puerta con seguro y partí, una vez estuve andando encendí el celular y grande fue mi sorpresa al ver 5 llamadas perdidas y miles de mensajes de Manjiro, suspiré cansado y le marqué sin leer los mensajes.

— q... — No pude ni hablar por que un grito de dolor me quitó el aliento, tanto que me quedé elado en la acera.

— ¿¡POR QUÉ NO CONTESTABAS!?. — gritaba enfurecido y preocupado mientras escuchaba el sonido de algo golpeandose muy fuerte y doloroso.

— Estaba alistandome para la salida. —Logré responderle sin que se notará que me estaba haciendo pis.

— Pensé que te había pasado algo o que te habías quedado dormido, ven a verme en las escaleras del templo, donde me encontraste la otra vez, llegaré pronto, estoy algo ocupado. — y con eso último me colgó, suspiré y caminé directo al lugar.

Aún no era completamente de noche, podía ver las motas brillantes de color naranja que se fundian en el atardecer creando un efecto rosa, el cielo se veía etéreo, me daba mucha paz. Las personas caminaban sumidas en pensamientos, cada una era diferente con vidas muy ajenas a la mía, problemas y sentimientos tan ambiguos como lo es la existencia misma.

Este tipo de cosas me hacían sentir de cierta forma integrado a la sociedad, a simple vista parecemos gente normal, pero sólo nosotros sabemos lo grandes o pequeños que somos. A mí lado pasa un tipo algo con gabardina que huele a cigarro, quién sabe tal vez pueda ser el próximo Sherlok Holmes, a mí derecha en una cafetería, en las mesas exteriores, hay un tipo que fuma, escribe algo en su laptop y usa ropa desaliñeada, tiene ojeras en sus ojeras y sus ojos parecen buscar una ambición entre las letras que ha escrito.

Tal vez está escribiendo un best seller o el guión de un manga que se volverá realmente famoso y lo sacará de sus deudas o tal vez es un estudiante que busca desesperadamente el clímax de su tesis.

La simple idea de estar rodeado de personas, me hace sentir inspirado, no todos son buenos, pero tampoco son completamente malos, por que la sociedad es más color de gris y no sabemos nada sobre la gente.

Respiré hondo al llegar frente a las escaleras y me sentí mal por expresarme así de Mikey, la verdad es que no sé por qué robó el celular de Hina, tal vez era necesidad lo cuál no lo justifica. Como aún no llegaba me senté en las escaleras de piedra y recapacité sobre mis acciones, no debí de haberlo tratado así, mucho menos si él no está presente para defenderse.

— Ah, sí llegaste. — Esa voz era la de Manjiro, me había sacado de mis pensamientos de una forma casi abrupta y del susto dí un pequeño salto en mi lugar.

Cuándo levanté la cabeza me topé a un manjiro sonriente que me ofrecía una lata de soda de uva.

— No la robé, quiero hacer las cosas bien, lamento si te hice sentir obligado, no sé expresarme. — Me levanté y le acepté la lata, estaba bien sellada así que no me preocupé por que tuviera algo turbio dentro.

— Está bien, no debí molestarme así. - Alcancé la mochila que traía y guardé la lata. — Ahorita no tengo sed, muchas gracias.

— Estás en todo tu derecho, tú tenías planes con tu novia y yo te obligué a cancelarlos, te traté mal... — Observé como se ponía frente a mí y me miraba a los ojos, me dí cuenta de algo.

Manjiro Sano parecía tener una mirada que sólo podría ser descrita por la tristeza.

— Mi nombre es Manjiro Sano, puedes llamarme Mikey. — Ante su extraña presentación me extendió la mano. — Por favor, acepta mi amistad... — admito que fue lindo ver como su rostro confiado se convertía en uno de confusión.

— Hanagaki Takemichi. — Le respondí sonriente mientras aceptaba su mano.

Tal vez hacerme amigo del diablo no era una mala idea.

Robo con Plot Twist.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora