One SHOT. +aviso

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Este es un especial debido a que el capítulo de hoy me dejó ansioso, enojado y triste.

Y enojado.

Y pensé que al igual que yo algunas de las personas que también leen el manga y que leen esta historia, buscarían algo que los distrajera de este capítulo.

Wakui ya lloré, has que Mikey suelte a Takemichi pls.

Bueno, el capítulo 16 está en progreso intentaré subirlo hoy o mañana.

Debido a que no logré pasar algunas materias, estoy obligada a estudiar tos esta semana hasta el martes de la próxima, para ver si puedo pasar el proyecto bonus que me dará puntos para aprobar el año, así que no publicaré en ese tiempo. Lo lamento, debí ser más responsable tanto con ustedes como con mi vida estudiantil, trabajaré en eso.

En conmemoración al capítulo de hoy, les escribo este one shot con mucho fluff y algo de angst, el one shot es totalmente ajeno al fanfic. Espero lo disfruten.

                                                                      
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Mikey pasaba la mayor parte de sus noches observando el techo de su habitación en la completa oscuridad, sintiéndose absorbido por los complejos pensamientos que lo domaban sin parar. Pensamientos agresivos y crueles sobre la vida y su perspectiva, el deseo irracional de devolver el tiempo a la época en la que era feliz y no tenía preocupación más allá de llegar a tiempo a casa para poder comer algo caliente y sacar buenas calificaciones en el dojo de su abuelo.

Estar vivo ahora... Era abrumador.

La única razón por la que no se mataba, tenía nombre y apellido y unos encantadores ojos brillantes que le recordaban al océano en un caluroso día de playa; unos ojos soñadores y brillantes que inyectaban serotonina en ese cansado cerebro suyo.

Takemichi Hanagaki, era quizá la persona más preciosa que Manjiro habría conocido, pensar en el lo hacía sentir tan feliz, gritando de emoción contra su almohada, dando vueltas sobre su cama sonrojandose al recordar su sonrisa de ángel.

Entonces su celular vibró y la pantalla del indicador le mostró un mensaje entrante de Hanagaki.

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ikey se levantó motivado de su lúgubre cama, corrió a su armario y sin preocuparse mucho tomó una de esas largas sudaderas negras que le gustaba usar, se observó un segundo en el espejo de la habitación y se peinó con las manos, el pálido cabello blanco. Salió de casa y se encaminó al frente donde un dulce rubio lo esperaba mientras observaba el celular. La luna detrás de los árboles mostraban una escena etérea donde Takemichi se convertía en la obra maestra de algún increíble maestro del arte. Las luces verdes que se escapaban del brillo del celular embellecian la piel del muchacho y Manjiro no pudo evitar soltar un largo suspiro enamorado.

El corazón de Manjiro se aceleró al ver como el rubio le sonreía con cariño y le extendía los brazos, invitándolo a ser querido por el tiempo que deseará, entonces Mikey le agradeció con su vida ese gesto.

Podría parecer pequeño pero Takemichi no era tonto y sabía que mejor que nadie que Manjiro estaba comenzando a ahogarse en un mar de horror y depresión. La forma casi arrulladora en la que Takemichi acunaba a Mikey entre sus brazos, haciendo que el más bajito se escondiera entre su clavícula mientras le acariciaba la espalda, fue lo suficientemente intensa como para que Manjiro se terminará derrumbando en los brazos de la persona que más amaba.

Estaba tan cansado, todo era catastrófico últimamente y sentía que estaba perdiendo la fuerza para continuar, él no era creyente pero sí había algo más allá del entendimiento humano, una fuerza, un dios, algo que lo ayudará a salir de ese oscuro pozo de aguas negras.

Dios, le rezaria todos los días y lo dejaría todo solo por un poco de compasión divina.

— "Mira mi amor, yo sigo aquí, hoy sigo estando para tí.". — Le narró Takemichi mientras se arrodillaba para acomodar a Manjiro en una mejor pose, el de cabellos blancos no paraba de llorar.

Era espantosa la forma tan desgarradora en la lloraba, como si pidiera a gritos que todo se detuviera.

Estaba pidiendo desesperadamente dejar de pensar... Dejar de sentir.

— ¡TAKEMICHI!. — Llamó desesperado el más joven mientras tomaba al chico del rostro. — AYÚDAME. — Sus ojos rojos e inchados debido al llanto, la voz ronca y las manos frías daban una imagen completamente alejada de la del Manjiro Sano del siempre.

Ese no era el invencible Mikey.
Ese era Manjiro Sano, el niño asustado que perdió a su hermano mayor y ahora se sentía fuera de lugar, rezagado por los demás.

Existiendo pero no viviendo a causa de un dolor viejo causado por una pérdida.

Mikey había estado pasando por un largo y doloroso luto, silencioso y alejado de todos, simulando que estaba bien cuándo sólo quería desaparecer.

Takemichi lo acompañó en su dolor, fue el único además de Draken, que había comprendido con total calma, que Manjiro estaba mal.

— Te ayudaré Mikey. — Takemichi acercó su rostro al lloroso de su acompañante y le plantó un pequeño y dulce besito en la frente, tomó ambas manos que lo sostenían del rostro y las bajó con suavidad. Peinó con sus manos al destrozado chico, secó sus lágrimas y besó cada parte de su rostro, con calidez y amor.

El tiempo cura las heridas y el amor las mantiene cerradas.

— ¿Podemos ir a casa?. — Preguntó el menor observando al chico que le devolvía la calma.

La verdad le daba algo de pena que Takemichi lo viera de esa forma.

— Sí ¿Quieres que te haga de esas ranas de origami que tanto te gustan?. — Le preguntó el rubio mientras se levantaba y ayudaba al ojinegro a levantarse, tomándolo se la manos guiando sus pasos.

Manjiro sólo asintió.

Ambos caminaron a la residencia Sano y antes de entrar por aquella puerta, Mikey tomó con fuerza la mano de Takemichi.

— No me sueltes hasta que esté listo, por favor. — Le suplicó el más bajo mirándolo con necesidad.

— No voy a soltarte hasta que estés listo para caminar por cuenta propia. — Le respondió Takemichi sin soltarlo, tomando el rostro de Manjiro con la mano libre y besando aquellos dulces labios, con delicadeza y cariño.

Una linda sensación de tranquilidad se instaló en el pecho de Manjiro. ESE era el poder que Takemichi tenía sobre Manjiro, el poder de hacerlo sentir feliz, calmado y confianza.

— Te amo Takemicchi.

— Me alegra saberlo por que yo también te amo mucho Manjiro.

Esa noche Manjiro no pasó la noche en vela, observando el techo en la oscuridad de su habitación, esa noche Manjiro observó a quién más amaba, durmiendo a su lado, siendo amado y abrazado, sintiéndose protegido y querido.

Sin la necesidad de estar alerta, sin el deseo de querer desaparecer.

El único pensamiento que habitaba en su cabeza era el de Takemichi y él viviendo felices lejos del bullicio de la humanidad.

Su cuerpo fue recibido por los brazos del amor y él se sintió gustoso de estar vivo.

Robo con Plot Twist.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora