Capítulo 25.

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La semana había sido caótica, Takemichi se escabullia entre la sala de terapia junto a Mikey, ayudando a Shinichiro a creer más en sí mismo, dándose cuenta que aún si las enfermeras lo ayudaban con lo físico, la parte psicológica no estaba siendo en absoluto ayudada.

Uno se tiene que creer las cosas y Shinichiro necesitaba creer más en sí mismo.

Los doctores notaron un gran progreso en las habilidades motoras de Shinichiro y decidieron darlo de alta sin embargo aún tenía que asistir a sus terapias, pero al menos podría ir a casa.

Fueron Takemichi y Mikey los que recibieron aquella noticia y queriendo hacer una sorpresa para los demás, llevaron a Shinichiro a casa. Sin avisarle a nadie.

El pelinegro se sentía algo inseguro, se veía muy delgado y escuálido, incluso se encorvaba un poco debido a que se sentía bastante alto y se mareaba un poco.

Mientras recorrían las calles en el auto del abuelo la mirada oscura de Shinichiro observaba con maravilla la ciudad, la gente, las farolas, dios mio Japón era un país que cambiaba con constancia esas eran las calles en las que alguna vez caminó, pero se veían distintas. Abrió un poco la ventana y se sintió vivo al sentir como el aire chocaba en su rostro.

— Te va a hac... — Cuándo Mikey quiso regañarlo debido a que el aire podría lastimarle u enfermarle, Takemichi le tomó con cariño la pierna y le sonrió, indicando que todo estaba bien.

— Está vivo. — Le dijo al menor de los hermanos lo cuál hizo por un momento que Mikey tragará salado y se le nublará la vista.

Shinichiro estaba vivo.

Al llegar a casa Shinichiro se quedó de pie un gran rato afuera de esta, con los ojos cerrados escuchando la brisa entre los árboles, oliendo el cálido aroma de un hogar, escuchando las voces de sus vecinos e incluso podía escuchar la voz de su Emma regañando a alguien dentro de casa.

Estaba muy feliz.

Entonces escuchó cómo la puerta se abría y al abrir sus ojos estos entraron en contacto con unos grandes ojos violeta que prontamente se llenaron de sorpresa.

— Shini... — El de piel canelita no logró terminar la oración pues aún que no con fuerza, el mayor de los presentes lo estrujaba hacia él.

Izana tenía un remolino de sentimientos, no era de llorar frente a nadie pero se sentía tan extraño, siendo abrazo tan cariñosamente, la calidez de Shinichiro era diferente a alguna otra, se sentía en casa.

Hace mucho que no se sentía en casa.

Lo abrazó y sin solicitarlo las lágrimas comenzaron a salir por sí solas.

Sintieron entonces como alguien los rodeaba y al darse cuenta ambos hermanos se encontraban bajo los brazos de un lloroso Mikey.

—  ¡LOS AMO IDIOTAS!. — Les gritó mientras los estrujaba con fuerza, Izana quería patearlo pero no podía, así que lo unió al abrazo al cuál rápidamente se le unió una Emma hiperactiva.

— ¡Shinichiro!. — Gritó desde la entrada corriendo al encuentro con sus abrazos.

— ¡EMMA!. — Exclamó Shinichiro recibiendola con cariño igual que los otros dos hermanos, era un abrazo dulce y afectuoso, el amor era palpable y Takemichi no quería interrumpir así que se quedó cerca del auto, siendo saludado por el abuelo que llegaba al umbral.

Por otro lado Draken se encontraba viendo la escena desde la cocina mientras abrazaba a su pequeña hija.

La familia Sano estaba reunida otra vez.

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Más tarde ese mismo día mientras Takemichi ayudaba con los platos del almuerzo, sintió como su celular vibraba entre sus bolsillo y luego de dejar algunos platos en la cocina contestó aquél aparato. Se trataba de Wheaze quién con voz calmada le preguntaba sobre su día, la típica conversación de alguien que se preocupa por tí, sin embargo no fue la casi paternal voz de su amigo la que hizo que Takemichi se ahogara con su propia saliva.

Fue escuchar la voz de Hina de fondo.

— ¿Estás con alguien?. — Preguntó Takemichi sosteniéndose del marco de la puerta a la entrada de la cocina.

— Oh sí, Hina quería ver si podían verse pronto. — La simplesa de sus palabras resonaron en su mente y todo comenzó a ir en cámara lenta.

Takemichi colgó de golpe y se dejó caer de rodillas al piso de cerámica de la cocina, llamando la atención de Mikey quién se aproximó rápido al pelinegro para saber qué le pasaba.

— ¡Takemichi!. — Exclamó Mikey con sorpresa tomándolo de los hombros, poniéndose de cuclillas intentando llamar a Takemichi quién comenzaba a ver borroso y sentirse nauseabundo.

— No estoy listo para verla.

Y dejando mil dudas en Manjiro se desplomó entre sus brazos.

La calma nunca fue una opción.

Robo con Plot Twist.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora