Capítulo 33: Destino

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DAFNE

PISTA 33. I'M TOO PRETTY FOR THIS – CLAIRE ROSINKRANZ

¿Cómo me miraríais si os dijera que este es el fin? Seguramente me abuchearíais un poco, y diríais que queréis saber más. Mi respuesta, si esa es vuestra reacción, es que yo también quiero saber más. Me encantaría saber qué va a pasar a cada paso del camino, cómo responderé a los problemas que surjan y cual terminará siendo mi lugar en el mundo. También me pregunto mucho por Jon y si lo nuestro durará tanto como yo espero que lo haga. Hemos pasado por demasiado para quedar a medias, ya sabéis a lo que me refiero.

A un encuentro emotivo y un declive acelerado del que ya no nos recuperaríamos. Pero tengo el presentimiento de que eso no va a pasar.

Ahora mismo Jon está abrazado a mí, con la cabeza sobre mi pecho, y yo llevo largos minutos despierta, intentando controlar los latidos de mi corazón, no sentir demasiada alegría por ese gesto tan humano. Sé que está dormido y no controla sus actos, pero resulta tan tierno y al mismo tiempo sobrecogedor que no puedo evitar henchirme de mil emociones distintas.

No me arrepiento de haber salido de Los Ángeles apresurada y con un regusto agridulce por Diego. Tampoco me arrepiento de haberme quedado en casa de Jon en vez de con Lota. Al contrario, siento que es lo que debía hacer. He perdido demasiadas oportunidades, demasiado tiempo odiando, queriéndome mal y tratando de superar una ruptura que jamás deseé.

Así que no, no me arrepentía de nada.

Bueno, puede que de algo sí, pero eran cosas imposibles como no poder besar a Jon lo que me quedaba de vida y no haber estado presente en cada logro que había alcanzado.

Teníamos muchas cosas pendientes, muchas conversaciones inacabadas y preguntas que hacernos, pero eso no era impedimento para soñar, ya no.

Un beso entre las clavículas me sacó de mis pensamientos, lo siguiente que noté fue un roce frio ascendiendo por mi cuello, luego en mis labios. El rostro de Jon asomó en mi campo de visión y con una sonrisa adormilada colocó el colgante de la pluma sobre mis labios.

—Bésalo. —me ordenó.

Obedecí porque verle con el pelo revuelto y cara somnolienta siempre había sido uno de mis puntos débiles, no podía negarle nada que me pidiera así, y menos si lo hacía con la ilusión que le brillaba en los ojos en ese momento. Envolví con los labios la pluma metálica y cuando empezó a templarse él la alejó de mí y la colocó sobre sus labios. En todo momento le sostuve la mirada, expectante a sus movimientos, conteniendo el aliento.

—Acabas de prometerme pasar el día conmigo. Y que nuestra promesa original sigue en pie.

—¿Volar alto? —pregunté emocionada, sintiendo que me faltaba la respiración.

—Lo más alto que podamos pequeña. —Asintió dejándose caer sobre mí hasta que sus labios quedaron a la altura de los míos y sustituyeron a la pluma.

Nos dimos un beso corto, aún se nos hacía extraño volver a tener esa cercanía. Cuando se apartó le pasé la mano por los rizos oscuros y evité que se alejara demasiado.

—No hacía falta hacerme prometer eso, iba a estar contigo de todos modos.

—Ya lo sé, pero esto es para algo especial. Aunque... ¿puedo cambiar la promesa? —Se mordió el labio torciendo la sonrisa y una vez más acepté mansa, asintiendo—. Entonces, Dafne, ¿me prometes que me vas a escuchar mientras te cuento una locura y no te vas a enfadar al final?

—No te puedo prometer eso Jon —respondí con una suave carcajada—, pero puedo escucharte. Siempre te voy a escuchar. ¿Qué me tienes que contar?

El día que te olvide 2 © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora