Capítulo 28: ¿Héroe o Villano?

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JON

PISTA 28. ANTI-HERO – TAYLOR SWIFT

Sé que soy malo en muchas cosas, que soy inoportuno, impulsivo, cabezota y a veces un completo gilipollas. Lo que no sabía era que tenía complejo de súper héroe, al menos no hasta que me vi en la peor situación posible. Así que antes de que leáis esto, con la mano en el corazón, os aseguro que yo no pretendía nada de esto, fue todo un brote espontáneo de furia y un ligero sentimiento sobreprotector que me grajeó un nuevo dolor de cabeza que sumar a la lista. Pero oye, a la larga tuvo su beneficio, pero ya os lo contaré cuando llegue el momento.

Me bajé del taxi a la hora acordada, puede que un poco antes de tiempo, pero nada demasiado exagerado para que Dafne creyera que se me estaba yendo de las manos. Caminé hasta el edificio de psicología y me senté en un banco junto a un parterre a esperar que saliera. Me daba vértigo volver a pisar el interior de una universidad —demasiados malos recuerdos de lo que vino después—, además, no tenía ni idea de dónde podría estar ella en estos momentos. Así que me contenté con mirar distraído el móvil, arrullado por las charlas de los estudiantes que paseaban por allí y los pájaros en la copa de los árboles.

Hacía mucho que no pasaba tan desapercibido en medio de un gran espacio, era agradable. Las gafas de sol oscuras contribuían a mantener el anonimato y que el número de gente en el exterior fuera reducido no hacía más que mejorarlo.

Tras pasar la mañana con Heather y su novia no podía sino sentirme afortunado de la amplia intimidad de la que disfrutaba. Heather era la reina de los consejos, sabía qué decir y cómo, también el cuándo. Pero era tan diestra en ese campo porque había sido su única y propia consejera durante demasiado tiempo.

Yo no quería eso para mí, tampoco para Dafne. El bombazo de nuestra supuesta relación se había difuminado en el constante ir y venir de escándalos entre famosos, pero la firme certeza de que algún día lo sería de verdad me ponía de los nervios. ¿Cómo iba a protegerla de todo aquello? ¿Qué dirían de nosotros si llegaba a cumplirse mi sueño? A mí me la sudaba, pero sabía que a Dafne no, y no pensaba permitir que le hicieran daño de nuevo.

Según los sabios consejos de Heather lo mejor que podía hacer era mantenerme alejado de los escándalos y convertir mi vida privada en privada, al cien por cien. Buscarme un buen contacto en medios y asegurarme de que ni una foto mía se filtraba. Pero decirlo era mil veces más fácil que hacerlo, y seamos sinceros; ni tenía el dinero ni los ánimos como para poner tanto esfuerzo en esa lucha titánica. Además, ¿se podía tener una vida más privada que la mía?

Ya no salía de fiesta, y si borrábamos del mapa el arreglo que me habían hecho con Heather y la tragedia de Fred, ya no tenía motivos para salir en ninguna portada. Ni pretendía tenerlos. Así que, aunque no tuviera contactos en las grandes esferas esperaba poder mantener un perfil bajo por mucho tiempo. De todas formas, no quería adelantarme demasiado a los acontecimientos y sufrir por una "relación privada" que aún no tenía previsto consumar, que ni existía.

Estaba mensajeándome con Megumi sobre los avances de nuestro plan maestro y cómo había ignorado sistemáticamente los mensajes cada vez más subidos de tono de Holland, cuando vi por el rabillo del ojo que alguien se sentaba junto a mí.

—Hey colega, ¿tienes fuego? —preguntó un hombre de mediana edad dejándose caer con desgana en el banco.

En sus labios se esbozó una sonrisa confiada y abierta. Sacudí la cabeza afirmativamente.

—Sí claro, tenga. —Le ofrecí el mechero que siempre llevaba en el bolsillo del pantalón.

—Muchas gracias. —Lo cogió con un cabeceo de agradecimiento y prendió un cigarro, al que dio una larga calada antes de exhalar con fuerza—. ¡Menudo día!

El día que te olvide 2 © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora