CAPÍTULO.15. No es lo que parece.

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Estar de sirviente en las mañanas no me representa en lo absoluto, apenas se freír un huevo. Lo peor de todo es que estoy despierto desde temprano intentando recrear un desayuno balanceado que busqué en YouTube.

‹‹Ahora le preparas el desayuno››

Tomo el trapo viejo de la cocina, limpio mis manos y pauso el video procediendo apagar la estufa. No soy un máster chef pero guiándome del tutorial pude crear un desayuno que consiste en unos huevos revueltos, tocino crujiente, pan y una jarra de jugo de naranja. Fue la receta más fácil que encontré, además se ve muy delicioso. Miro la hora y los nervios no tardan en llegar, acomodo el delantal y no sé porque mis labios se curvan en una sonrisa, estoy perdiendo la cabeza.

Acomodo la mesa con las porciones en platos diferentes, solo me faltarían buscar las copas, sí. Usaré las copas de vino de la abuela para tomar jugo de naranja, las copas le dan el toque de cena de restaurante al desayuno casero que busqué en YouTube. En cualquier momento Derek verá lo que preparé para él, solo de pensarlo me pone a temblar.

Tengo que idear un plan para que todo esto se vea casual y no algo que planee a las 4:00am, el estómago me ruge como león y revolotea como serpiente, no he comido nada de nada, ni siquiera probé el tocino. Si probaba el desayuno terminaría tragando todo.

Escucho pisadas y no encuentro que hacer, parezco una gallina en el gallinero. No detallo la silueta que camina a mi dirección, pero sé que es él. ¿Quién más podría ser? La luz alumbra su rostro poniéndome los pelos de punta, no esperaba que estuviese aquí, debió irse y no lo hizo.

Abuela.

Lleva una pinta desorganizada, el cabello desordenado, la cartera Chanel que le obsequié bajo las axilas y los tacones colgando de la mano izquierda. Es todo un desastre.

― ¿Qué haces aquí abuela? ― disimulo los nervios.

Se da cuenta de todo los platos encima de la mesa, me mira y vuelve a poner la vista en la mesa.

― Todo lo hiciste para mí ― se apresura abrazarme, huele a enjuague bocal de menta.

Le diré lo que quiere escuchar, es más fácil y me evito charlas incómodas.

― Si ― sonrió mostrando los dientes ― como no te levantabas pensé en hacerte algo rico antes de irte al trabajo ― mentí. No tenía idea de que aún seguía en la casa.

La guío como si fuera un camarero y aparto la silla donde se supone que iba a estar yo, toma asiento alegrada por el desayuno que piensa que le hizo su nieto. Sirve huevo y tocino en su plato mientras estoy de pie comiéndome las uñas. En cualquier momento puede aparecerse Derek.

― Huele delicioso ― olfatea el tocino.

Juego con los dedos inquieto y eso a la abuela le hace sospechoso, me invita a comer con ella y le rechazo con escusas baratas. No puedo comer sin el atleta.

Quiero que la abuela se vaya pronto, no puede enterarse que metí un chico a la casa. Me paseo de aquí para allá tembloroso, no despego la mirada de la puerta y tengo las orejas activas para cualquier sonido lejano. No encontraré las palabras para explicarle, ella es muy persistente y contradice todo lo que digo.

Preparo un discurso mental paseándome por toda la cocina, la voz de Ana interrumpe a medio discurso.

― ¿Qué tienes Alex? ― pregunta. Le molesta verme andando por todo el lugar como si me estuviera orinando.

― Nada. ― le mentí en la cara, estoy que me cago del susto.

― Puedes estar quieto por un segundo ― exclama molesta ― de tanto caminar sin razón me pones nerviosa.

Mr. Hyden © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora