Capítulo 4: 7 años de ingeniería para ser vendedor callejero...

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Después de terminar la charla con la jefa de la aldea me prestaron una pequeña manta para colocar sobre el suelo en la plaza del pueblo y desplegar mis productos o más bien dicho mi ropa, pero como en este momento no me queda de otra, pues tendré que adaptarme, por lo que pude comprobar el salario medio es de 5 piezas de oros, que son 500 piezas de plata o lo que es lo mismo, 50.000 piezas de cobre, no sé si eso es mucho o poco, pero tomando en cuenta lo que valen los metales, yo diría que es bastante.

Mientras divagaba en mis pensamientos una mujer de unos 40 años se acercó y tomó uno de mis buzos para comprobar la tela, ella al principio mostró cierta preocupación en la cara, pero después de verme de reojo optó por preguntar.

-Disculpe joven ¿Cuánto cuestan estas prendas? -Después de preguntar sobre el valor de la ropa en este mundo a la líder no tenía razón de titubear.

-Las de manga larga están a 8 platas, las cortas a 5 y la ropa interior está a 2x1 plata señora. -Tras decir eso la mujer se quedó en silencio unos momentos con la mirada perdida, siento que la acabo de cagar, pero antes de que pudiera bajar el precio ella saltó.

-¡¿Tan barato?!

-Bueno, es una oferta especial sólo por hoy. -Una mentira clásica de vendedor, inmediatamente la mujer sacó desesperada su monedero y empezó a elegir prendas, esto claro llamó la atención de otras personas que se acercaron a preguntar el precio y tras tocar la tela, el resultado fue el mismo. Para cuando quise ver tenía una turba de gente casi que lanzándome dinero a la cara mientras se llevaban mis cosas. Cerca un media hora después de iniciado el tumulto mi puesto estaba vacío y frente a mí tenía una pila de monedas de plata, para este punto fue que saqué mi calculadora. -Si cada moneda pesa 20 gramos y aquí tengo 200 monedas... -En ese momento la jefa del pueblo se acercó sorprendida.

-Se ve que te fue bien. -Yo levanté la mirada sonriente.

-Sí, conseguí como 2 kilos de plata.

-¿2 kilos? ¿Cómo lo sabes? -En eso yo le mostré la calculadora.

-Solo multipliqué el número de monedas por el peso de cada una aquí y hualá. -Pero mientras decía esto ella tenía una mirada llena de asombro.

-¿Cuanto? -Dijo casi que por insitinto.

-¿Disculpe?

-¿Cuanto por la cajita mágica que calcula? 

-¿La calculadora? Bueno... -Pero en ese momento ella me tomó de los hombros mirándome con ojos traumatizados.

-Cada vez que tengo que calcular los impuestos de cada ciudadano, cada salario de guardia, me toma horas pero tu cajita mágica lo hace en segundos ¡Por favor! No me importa el precio ¿Cuanto? -Ok, está claro que ella tiene un trabajo difícil.

-Pues si la quiere se la puede quedar. -Dije sonriente, pero ella me miró con desprecio.

-No intentes engañarme, sé que nada es gratis en esta vida, si no pides dinero seguro pedirás otra cosa. -Ok, supongo que eso era de esperarse. Aunque me tomó unos segundos pensar en algo al final recordé algo importante.

-En ese caso ¿Hay alguna casa en el pueblo que esté libre?

-¿Una casa?

-Verá, día por medio es probable que me vaya del pueblo por mercancías, pero quiero abrir una tienda y vivir aquí cuando no esté yendo por cosas para vender. -La jefa estuvo unos momentos en duda pero dijo entre dientes.

-Bueno, está la casa del mercader anterior, aunque ella desapareció en misteriosas circunstancias.

-¡Eso es perfecto! Así no tendré que adaptarla para hacer una tienda. -Ante mi emoción Layla me miró algo preocupada.

-Bueno... si no te importa, haré el papeleo para que puedas mudarte mañana, en cuanto a ahora ¿Qué planeas hacer?

-Bueno, ya que vendí todo voy a tener que ir por más cosas, así que puede que vuelva mañana. -Entonces Layla retrocedió unos pasos sorprendida.

-¡¿Puedes conseguirlo en tan poco tiempo?! -Mierda, me olvidé que en este mundo no hay tantos medios de transporte.

-Bueno, tengo un amigo que conoce a un mago y el puede teletransportar cosas. -Por favor que eso tenga sentido...

-Ya veo, en ese caso, le diré a Jasón que te escolte a lo de tu amigo.

-Por cierto ¿Hay algo que el pueblo necesite?

-Cómo líder del pueblo creo que necesitaremos más de esas armaduras camperas o como tú les llames, aunque también es necesario sal.

-¿Sal?

-Para las conservas, además, comer sin sal ni condimentos hace cualquier comida bastante sosa. -Así que sal y condimentos...

-Entiendo, lo traeré después.

-Gracias, le diré a Jasón que te escolte. -Tras eso guardé mis ganancias y al cabo de un rato el guardia que me recibió esa mañana, así como Carla quien aún no se sacaba la campera pese a estar sudando, me escoltaron por el bosque, aunque esto me traía ciertos problemas, porque si encontraban la puerta, podría ser el fin de mi negocio, cuando estábamos cerca podía ver la puerta.

-Bueno, hasta aquí es, gracias. -Dije algo triste, pero ellos me miraron confundidos.

-¿Cómo que hasta aquí? Aquí solo hay árboles. -Dijo Carla, espera ¿Ellos no lo pueden ver? Quizá pueda sacar ventaja de esto.

-Sí... bueno ¡Un dragón chino laser! -Grité mientras señalaba hacia atrás, en el momento en que se dieron la vuelta crucé rápido la puerta y la cerré detrás de mí, quizá si ellos no la veían, tampoco la gente de este lado la podría ver pero al cruzar sentí mi maleta más ligera, al abrirla, ¡las monedas de plata se habían convertido en $23.000!(unos 520 dólares más o menos)

mi tienda en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora