Capítulo siete:

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San adora muchas cosas, y ser el novio de Wooyoung es la cosa que más adora de entre todas

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San adora muchas cosas, y ser el novio de Wooyoung es la cosa que más adora de entre todas. No solo por los innumerables besos que ahora obtiene, sino porque le encanta tenerlo junto a él, y ahora, siempre que el mayor viene a la casa, sabe que es por él y los demás niños ya han quedado en segundo plano. Suena egoísta, pero si se trata de Wooyoung, detesta compartir.

El momento exacto de ahorita, donde él está siendo besado por su mayor a las afueras de la enorme casa hogar, es solo uno de los tantos momentos que le provocan adrenalina, ya saben, de la buena.

— H-hyung — el mayor solo se detuvo de besar apasionadamente al niño en cuanto escuchó su voz leve, y la imagen que tiene frente a él solo causa mayores problemas dentro de sus pantalones. Vamos, ¿Quién no se pondría al ver al pequeño nene con sus ojitos cerrados, sus labios hinchados y rojos y su voz entrecortada? Cualquiera lo haría y él no es en lo más mínimo una excepción. — M-me gusta como besas.

Sonríe en respuesta, porque el niño aún con timidez siempre se ha molestado en darle cumplidos mientras realizan una hazaña de besos a escondidas. Que le diga que le gusta como besa, no es primera vez que lo hace y asegura, que no será la última.

— Tú también besas bien, Sanie. — responde, para atraer al pequeño de nuevo y juntar sus labios de vuelta. Quizá y solo quizá, se está volviendo adicto a aquellos rojizos labios, pero no se culpa a sí mismo por hacerlo, ahora que San luce abiertamente dispuesto a comer desde su mano, ¿Por qué no aprovechar la oportunidad de ir a más? Y con ese pensamiento en su cabeza, baja sus labios hasta el cuello del niño, lame, chupa y muerde cuanto gusta mientras disfruta de los leves gemidos que San deja que sus labios abandonen. — ¿Te gusta? — cuestiona, solo para asegurarse.

— Mhm... s-sí — y esa ha sido su señal para continuar. Igual y el niño podría usar una bufanda o suéteres de cuello alto para cubrir sus actos lascivos. O quizá... podría marcar otro sitio del cuerpo del pequeño.

Eso si la su voz de consciencia no fuera tan molesta.

— ¿Sanie? — cuestiona mientras se separa un poco del tentador cuello del niño, aún no tiene marcas, a menos no tan notorias, pero él jura no poder contenerse más si el menor sigue dejando escapar aquellos leves quejidos, así que seguro no tarda mucho en marcar al pequeño San. — Vamos a detenernos aquí, pueden vernos.

Se encuentra de inmediato con el tierno puchero de San, insistiendo en que deben seguir, que podrían perderse solo un poco más entre los árboles y ahí seguro nadie vería o escucharía nada. Pero no, Wooyoung ha tenido demasiado, sobre todo después de cada viva imagen que su mente se encarga de imaginar, vamos... ¿Qué clase de enfermo es?

— V-vamos más allá hyung, así sigues dándome besitos y nadie nos verá. — suena tentador, sí. Pero aún le queda un poco de pudor para admitir que, lo que hace está mal. Y la única realidad que jamás podrán ocultar, es que tienen diez años de diferencia, él está llegando casi a la vida adulta mientras que San aún ni inicia su adolescencia. Qué tan enfermo podría llamarse a sí mismo por ponerse al ver a un niño... o específicamente a San.

— No,— dice, tan contundente con sus palabras. — ...ahora regresemos que seguramente mi novia me está buscando y la señora Chae te esté buscando a ti.

— Pero dije que saldríamos a jugar. — formula en respuesta.

— Y ya jugamos suficiente, ahora vamos. — dice para luego tomar la mano del niño e iniciar su recorrido de vuelta a la casa hogar.

De vuelta escucha al niño platicarle sobre muchas cosas que él usualmente hace ahí dentro, desde cuando se levanta hasta cuándo se va a dormir, en ningún momento se olvida de mencionar que lo extraña cada que viene y luego se marcha, y de lo feliz que se pone al saber que va a venir.

Sin embargo, Wooyoung se limita a solo asentir y formular respuestas muy cortas. Se dedica a pensar sobre sus últimas acciones y el resultado al que está llegando, no le agrada ni un poco. Pues había luchado ya por algunos años contra sus pensamientos pecaminosos en cuanto a San, al niño que, en aquel entonces tenía seis años. Recriminándose a sí mismo por ver al pequeño de una manera tan obscena y hasta enferma, llegando a considerarse un enorme enfermo por gustar de un niño. ¡De un niño, santo dios! Y ahora que ha empezado una travesía con él... debe detenerla, en cuanto antes si es que no quiere acabar tras las rejas.

El niño podría hablar y decirlo todo sin intención alguna de lastimarlo, porque los niños no saben mentir, jamás mienten, y él está llevando a Choi San a un oscuro camino de pecados y malas acciones.

Está mal, y no deja de recordárselo cada que mira los ojitos rogantes de su menor, pidiendo que lo bese con mayor frecuencia.

San lo está convirtiendo en un asqueroso pecador.

San lo está convirtiendo en un asqueroso pecador

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♧ 𝐂𝐡𝐢𝐥𝐝𝐡𝐨𝐨𝐝 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 - 𝐖𝐨𝐨𝐒𝐚𝐧 ♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora