Capítulo dieciséis:

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Un leve momento de calentura no le justificaría las notables marcas que ahora posan sobre su preciada piel de su delicado cuello

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Un leve momento de calentura no le justificaría las notables marcas que ahora posan sobre su preciada piel de su delicado cuello. Las observa, las toca, y luego de molestarse internamente, las disfruta; quiere decir, lejos de todo, son buenas marcas de un buen primer recuerdo.

De su armario saca un suéter con cuello de tortuga, claro, la manera más fácil de ocultar los chupones. Se lo coloca y arregla su cabello, coloca un pantalón flojo y luego sus zapatos de siempre. Un conjunto sumamente cómodo para él, y la comodidad de una barbacoa al anochecer.

Camina por el pasillo hasta llegar a una ventana, una por la cual se asoma y descubre a su mayor junto a su esposa ahí afuera, cocinando, riendo, conversando y ella inclusive bebiendo. Como una pareja feliz, los describiría. Los pocos segundos que se toma para bajar hasta la cocina, acaban siendo los mismos que se toma para llegar al jardín.

— Oh... ¡Qué guapo que te has puesto Sanie! — la mujer, alegre, le recibe desde que éste coloca un solo pie a la salida de la casa. Sonríe enternecido por el cumplido, orillándose a agradecer tímidamente, para acercarse a ellos y buscar en qué ayudar. — Aah... olvidé la pimienta.

— Yo voy por ella solo....

— No, no, no te preocupes Sanie, iré yo — le corta, dejando las pinzas de cocina en sus manos y adentrándose de nuevo a la casa. Dejando a San y a Wooyoung... solos.

— ¿El suéter es para cubrir las marcas? — para su sorpresa, éste ha sido el indicio de un inicio a una conversación junto a él.

En su peor momento, cabe destacar. Porque luego del medio calentón que le había provocado y dejarlo, así como así, realmente se había molestado. Hasta el punto de jurar no hablarle el resto del día, o volverlo a hacer cuando se le antojase. Y pues, ahora ahí está él, buscándolo de nuevo. Seguro para lo mismo.

— Sí, y hyung... estoy molesto, no me hables — le da la espalda, tomando un pedazo de carne con la pinza y volteándola sobre el bajo fuego. Aún con Wooyoung casi respirándole en la nuca.

— ¿Por qué?

— Y todavía preguntas...

— San...

— ¡Acá está! Me tomó más tiempo de lo esperado, no la encontraba y... ¿Pasa algo? — es muy probable, que la fémina haya sentido la tensión del sitio entero. Notando con obviedad que San simplemente le da la espalda a la persona que, de pequeño, solía adorar.

— Nada, acá está... volteé algunas, pero no sé si lo hice bien — admite, dejando la pinza en sus manos y sacudiendo las suyas, alejándose de ambos con lentitud hasta llegar a una orilla un poco lejana de la piscina, tomando asiento ahí y liberando su aire retenido.

Por el otro lado, Soojin yace bastante confundida. Y es que no lo entiende, de un momento a otro... o bueno, con los años de por medio, aquellos dos simplemente parecen haberse distanciado del todo, como si no se conocieran o nunca hubieran vivido lo que vivieron juntos. Consideró la idea de traerlo a casa, alegando que quizá, su esposo se sentiría mejor con la única figura de hijo con la cual lo imaginó. Con la boba idea de que, quizá, su esposo sonreiría más, y quizá... solo quizá, éste sea feliz.

♧ 𝐂𝐡𝐢𝐥𝐝𝐡𝐨𝐨𝐝 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 - 𝐖𝐨𝐨𝐒𝐚𝐧 ♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora